Todavía parece inverosímil el extremo al que llegó la 4T de acusar a la UNAM de “individualista”, “dominada por retrógradas” y “llena de conservadores”. Al armar ese nuevo follón, distrajo la atención de problemas críticos para el país.
La economía se desaceleró (-1.6% en agosto a tasa mensual), la inflación anual alcanzó 6%, los desempleados continuaron en 2.4 millones, en complicidad Ejecutivo y Congreso asestaron duro golpe a las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) para fortalecer un pretendido monopolio del Estado en acciones de atención social, se denostó a la comunidad científica y se arrojó una bomba de hidrógeno al PRI.
Esas acciones de la 4T durante la semana serían suficientes para lanzar un grito desesperado de auxilio en la defensa de México. Y, sin embargo, solo se escucharon posicionamientos institucionales (de científicos, universitarios, Organizaciones de la Sociedad Civi) y de integrantes del denominado círculo rojo. En general, los integrantes de la clase dirigente se encuentran aislados y desarticulados. Los partidos políticos de oposición siguen ausentes. Dada la crispación política de hoy, sería de esperar que surgiera un frente que reagrupe a quienes no simpatizan con la 4T; hay que coaligar sin amenazas sino a partir de esperanzas.
¿Dónde está la Clase Dirigente de México?, ¿dónde están los académicos, los intelectuales, los empresarios, los comerciantes, las organizaciones y líderes de trabajadores y campesinos, los gobernadores (reducción de participaciones —12.0%— y de aportaciones —21.5%—), los presidentes municipales, los artistas, los dueños de los medios de comunicación, y las vilipendiadas clases medias “aspiracionales”? La pertenencia a la Clase Dirigente no es optativa, no se puede renunciar a las responsabilidades que conlleva formar parte de ésta.
Una característica y, a su vez, riesgo de las democracias modernas es que la sociedad está integrada por grandes conglomerados que se ven beneficiados o afectados de manera indirecta y diluida. Por ejemplo, piense usted, respetable lector, en los costos y beneficios del comercio internacional, del cual millones de consumidores se benefician en lo individual de la apertura, de mayores o menores aranceles u obstáculos a los intercambios comerciales.
Corresponde a la Clase Dirigente “decidir los asuntos de máxima importancia para la nación en su conjunto, dejando cuestiones relativamente menores a decisión de los niveles medios de la población y casi nada para el ciudadano común” (EL UNIVERSAL 27-05-21).
El pasmo social actual resulta de la negación colectiva de responsabilidades. Empresarios afirman que corresponde a los políticos corregir la grave situación del país.
La sociedad, constituida en red, cambia de responsable a diario, o más de una vez al día, en un ejercicio efímero de fuenteovejuna contemporáneo.
Con ingenuidad contingentes muy numerosos caen en el garlito de creer que los cambios sociales los puede llevar a cabo una sola persona, ignorando que se requiere trabajar en equipo. El presidente Lázaro Cárdenas tuvo en su gabinete a Suárez, Bassols, Múgica, Beteta.... El presidente Adolfo López Mateos contó con el apoyo de Ortiz Mena, Tello Barraud y Barros Sierra. El gabinete del presidente López Obrador carece de figuras de esa estatura para actuar en conjunto con inteligencia y eficacia.
Entonces, ¿cómo despertar a la Clase Dirigente para que estos, a su vez, saquen del pasmo a los diversos contingentes sociales? Es tiempo de ¡Despertar!
Presidente de GEA Grupo de Economistas y Asociados / StructurA