El mayor éxito del presidente López Obrador ha sido su estrategia de comunicación. Con la “mañanera” como eje, tomó control de la agenda política del país, logrando fijar temas de la reflexión política; hacerlo es un logro mayor para AMLO y la 4T. Quizá por eso alcanza una popularidad de 60% sin logros efectivos.
Sin embargo, hacerlo empobreció la deliberación sobre otros asuntos, de importancia igual o mayor que los tocados en las mañaneras; logró trivializar el acontecer nacional. Es imperativo redefinir los temas y hacer rigurosa la discusión pública, a fin de recuperar una agenda nacional que responda a las necesidades urgentes de México.
Definir “La otra Agenda” serviría para ello. ¿Cuáles son los temas que no se abordan en la información y el discurso oficiales?, ¿cuáles son los asuntos que se tocan de manera muy superficial, con el propósito de distraer del fondo de éstos?, ¿cuáles son los sucesos o desenvolvimientos en el resto del mundo; en ciencia y tecnología; reacomodos políticos; redefiniciones sociales; todas con enseñanzas para los mexicanos, que debemos identificar pronto y bien?
“La otra Agenda” debe abarcar temas como la tragedia global y nacional de Cambio Climático (CC); el colapso del sector salud; los rezagos en educación que se acumulan a diario, por la pandemia y el resquebrajamiento del sistema educativo; el futuro de las fuerzas armadas más allá de 2024; la precariedad fiscal de México; el avance incesante del crimen organizado y la avasallante extraterritorialidad que trae consigo; el grado del deterioro de la seguridad de los mexicanos; las deficiencias y carencias para un movimiento nacional anticorrupción efectivo; el retraimiento de la presencia de México en el mundo; el raquítico estado de derecho; los asedios contra nuestra democracia; entre otras.
En este espacio se concentrará la atención y el análisis en esos temas, en el corto plazo para contribuir a una agenda nacional menos parcial y, en el mediano plazo, para aportar al debate público que habrá de orientar propuestas de políticas públicas hacia la elección de 2024.
Empecemos. En el tema ambiental, los expertos indican que al ritmo actual todas los daños se adelantan de 2050 a 2030 (Reporte del Panel Intergubernamental 2021, IPCC). Esto implica que el nivel medio del mar se elevará entre 25-30 cm, lo que para México representa afectaciones para al menos 55 millones de personas que viven en zonas costeras. Al unísono, continuará la destrucción de las grandes reservas de hielo en el Ártico y en la Antártida. Se estima que, del total de hielo ártico existente en verano, para 2030 se reducirá a 3 millones de km2 y que para 2070 podría quedar sin hielo.
Se suman la proliferación de situaciones climáticas extremas, con sequías seguidas de precipitaciones torrenciales en otras o incluso en las mismas regiones; la pérdida de biodiversidad en el mundo: 8% de las especies habrán desaparecido como consecuencia del CC. Ésta irá acompañada de una creciente desertificación; hoy el mundo pierde 24 mil millones de toneladas de suelo fértil y para 2025 dos tercios de la población mundial vivirá en condiciones de “estrés hídrico”. A ese ritmo de destrucción ambiental, las calamidades no sólo afectarán a nuestros nietos, sino también a nuestros hijos, y a todos nosotros. La indolencia de la humanidad, en general, y de México, en particular, ya presentó la factura hoy, no en 2050, como se anticipaba.
El Reporte sobre Transparencia Climática 2020 (consorcio de expertos y ONGs de países del G-20 donde participa la Iniciativa Climática de México), es devastador. Es simple y contundente, la humanidad no cumplirá sus compromisos establecidos en el Acuerdo de París para contener el aumento de la temperatura global a 1.5-2ºC respecto a los niveles preindustriales.
¿Qué piensa la 4T al respecto? ¿También lo descalifica? ¿Qué debemos hacer como ciudadanos?
Presidente de GEA Grupo de Economistas y Asociados / StructurA