Ayer se fue Trump. Toca a todos restañar el daño que causó. La esencia de la relación de México con los Estados Unidos de América es aquella entre dos pueblos que a su vez tienen una multiplicidad de interacciones: comerciales, demográficas, culturales, de seguridad, potenciadas por la extensa frontera común
Después de la elección de noviembre en EU, México cuenta ahora no con dos, sino con tres vecinos: quienes votaron por Biden (81 millones); los trumpistas (74 millones); y, entre ellos, la comunidad latina, en particular la mexico-americana. Las diferentes preferencias políticas entre esos grupos tienen profundas raíces históricas, acentuadas por varias décadas de alienación y distanciamiento.
Imaginar el futuro de la relación con ese país requiere reflexionar sobre las correspondientes a cada uno de esos tres conglomerados humanos. Si bien participan activamente las sociedades y los intereses de cada país, el comportamiento de ambos gobiernos es un factor fundamental para el desenvolvimiento de la relación bilateral. Para el gobierno de México es una tarea compleja, aún más después de Trump, pues su administración acabó una serie de prácticas que ambos países habían seguido para “administrar” dicha relación.
Ese andamiaje institucional abarcaba elementos y acciones que respondían a dos ideas estratégicas. Primera, que vale la pena mantener un contacto institucional permanente (diálogo) entre los gobiernos, a fin de darle continuidad ordenada a la solución de los asuntos, en el marco de una estructura flexible, que fue evolucionando hacia la “compartamentalización temática”. Los principales instrumentos para esto fueron reuniones frecuentes de la Comisión Binacional y de sus grupos de trabajo, reuniones interparlamentarias y encuentros entre gobernadores (sobre todo fronterizos), entre otros. Reconstruir ese andamiaje a partir de hoy requerirá de talento y esfuerzo.
Ese andamiaje supone que exista una relación adecuada entre los jefes de Estado, sin ignorar que en ocasiones hay más empatía que en otras. AMLO y Trump forjaron o fingieron gran empatía personal.
¿Cuáles son los objetivos básicos de ambos países hacia su vecino? En EU, que en México haya estabilidad política y social; lo que menos quieren es un país convulso. Aunque eso no se expresa, es un principio entendido. Por su parte, México desea que EU maximice su prosperidad y que cada vez derrame más hacia México.
Al inaugurarse Biden, se está cada vez más consciente en EU de que la estabilidad económica, política y social en México no está garantizada, aunque eso no se reconoce en México ni en el gobierno, ni en buena parte de la población. Un asunto esencial será cómo abordará Biden, de manera diplomática pero efectiva, esta problemática que es central.
La gran diferencia entre las relaciones bilaterales con Trump y ahora con Biden es que el Presidente actual y su administración no tolerarán los “otros datos” y, por tanto, esa realidad alterna donde viven AMLO y Morena. Basados en sus visiones y prácticas populistas, AMLO y Trump tergiversaron realidades, ocultaron información, y combatieron la transparencia. Por eso se entendían. Eso no será posible con el gobierno de Biden, por su férreo compromiso con la verdad. Ayer afirmó: “los hechos mismos fueron manipulados o, incluso, manufacturados”; ahora toca “defender la verdad y derrotar las mentiras”; EU sufrió un “ataque a la democracia y a la verdad”. Por eso, el impacto político más importante para México del cambio de administración de EU es la convicción de Biden y su equipo por la verdad, entre ambos gobiernos, pero también de cada gobierno con su pueblo. Se acabó la tolerancia a un gobierno Pinocho.
Presidente de GEA Grupo de Economistas y Asociados / StructurA