El 19 de agosto nuestro querido Donald Trump pudo tuitear con júbilo: “Los demócratas quieren fronteras abiertas y crimen. Tan peligroso para nuestro país. ¡Pero estamos construyendo un muro grande, hermoso y NUEVO! Protegeré a América”. Pues sí. Él es Captain America, y él solo, nadie más, protegerá a América. Cuando fui a Israel, hace unos años, me di cuenta que el muro, que encierra de manera abominable a Cisjordania, es mucho más alto que el difunto Muro de Berlín. ¿Será más alto todavía el muro grande, hermoso y nuevo de Donald Trump? Puesto que los inmigrantes son criminales todos, los asesores del Superhéroe deberían decirle al oído de seguir el modelo de la desaparecida República (dizque) Democrática Alemana: alambres de púas electrificados, y miradores equipados de proyectores con tiradores de élite dotados de licencia para matar.
Un nuevo, hermoso y grande “Muro de la Vergüenza” se va a levantar. Espero verlo caer, como vi caer al de Berlín. Espero, sin seguridad porque los tiempos son malos y, por todos lados, resurgen las barreras fronterizas. El Brexit es un muro virtual que encerraría a Inglaterra; en Italia, el malvado de Salvini escupe el odio con un rosario en la mano, invocando ¡blasfemia! a la Virgen María. Lo voy a citar ampliamente porque hay que escuchar su discurso y tomarlo en serio.
“Como lo decía Walt Disney: ‘Si puedes soñarlo, puedes hacerlo’. Empezamos con el sueño de cambiar nuestras ciudades. Y en honor al sacrificio de nuestros abuelos que defendían nuestras fronteras —habla de la Primera Guerra Mundial—, tenemos hoy un gobierno que defiende sus fronteras… Pasamos de la ambición de cambiar las regiones a la de cambiar al país. No debemos limitarnos a esto, la meta es cambiar a Europa, dando una voz a estos países quebrados por los defensores de la finanza y de las multinacionales para ofrecernos un futuro de precariedad y miedo… Les doy mi palabra de honor que, si debo ignorar una coma impuesta por Bruselas para asegurar el futuro de nuestros hijos, para que no tengan que huir al extranjero por falta de trabajo, ignoraré esta coma. La felicidad del pueblo cuenta más… Si no triunfamos en Europa, triunfarán los que consideran que fronteras y reglas no existen… Defenderé los derechos de los que no tienen voz, el derecho de los niños a tener un padre y una madre, de las mujeres a no volverse úteros en renta, de los niños puestos en venta. Todo esto no es el progreso, es el fin de una civilización. (Es cuando invoca a María y a San Juan Pablo II) … Defender las fronteras, la cultura y el trabajo de este país es la razón por la cual me levanto cada mañana. No podría verme en el espejo si no utilizara cada instante del día para defender su historia: en este preciso instante, y por tercera vez en lo que va del mes, un barco cargado de esclavos se aleja de nuestras costas”.
Sigue su discurso que levanta el entusiasmo de la multitud. Hoy reclama elecciones anticipadas y los sondeos pronostican que la Liga, el partido de Salvini, será el partido más votado, y por mucho. El famoso Bannon que contribuyó a la victoria de Trump lo está asesorando, como asesora a todos los movimientos ultras de Europa. Una plaga epidémica. No es la primera vez en la historia contemporánea que se manifiesta. En los años 1920, los Estados Unidos vieron triunfar los movimientos nativistas y eugenistas que lograron cerrar las puertas a la inmigración. Los irlandeses fueron el primer blanco, por católicos, luego siguieron todos los católicos del Mediterráneo y de Europa Central, luego los árabes y los judíos. No menciono a los chinos porque ellos habían sido víctimas del tal desde fines del siglo XIX (y en México también). Los mexicanos no fueron mencionados en aquellas leyes contra los migrantes, porque no venían de otro continente, pero su suerte fue la de los negros americanos: “Aquí no entran negros y mexicanos”. Y se les aplicó la Ley Lynch, el linchamiento público celebrado en tarjetas postales.
Historiador