Como comparten la utopía de un Imperio ortodoxo, de una Ortodoxia imperial, no pueden entender que Ucrania no es una colonia. El escritor ruso Viktor Erofeiev que fue uno de los primeros en condenar la guerra de agresión de Moscú contra Kyiv, guerra que ya cumplió un mes, denunció el peligro hace quince años: en 2007 protestó, en una emisión televisiva, contra el apoyo dado por el “padrino” del cine ruso, Nikita Mikhailkov, a un Putin “representante de la Rusia eterna”. Declaró: “Vivimos en una manera de franquismo de los años 1960, con un régimen conservador, autoritario; Vladimir Putin llegó al poder como un actor capaz de jugar todos los papeles. Encontró uno, el de salvador de Rusia frente a una crisis moral. La Iglesia ortodoxa, que tiene un papel sin precedente desde 1992, le dio la idea nacional rusa que el poder buscaba en vano desde la perestroika de Mikhail Gorbachev.

La Iglesia propone una nueva utopía antieuropea, peligrosa para la modernización de Rusia y rechazada por una parte de la intelligentsia. El credo de base es que los valores rusos son diferentes de los valores occidentales. El hombre no es la medida de todo; está al servicio de la Iglesia y del Estado. Esa ideología ha sido retomada por Putin. Tal evolución ha sido posible porque los demócratas cometieron muchos errores. Con cierta arrogancia, quisieron imponer reformas a un pueblo abstracto. Perdimos porque no hay pueblo abstracto. Nos queda la libertad de la vida privada y, en cierta medida, de la cultura. Pero esa libertad está amenazada porque la ortodoxia detesta todo lo que es irónico, ambiguo, equívoco”. (5 diciembre 2007).

Los dos patriarcas de la nueva Rusia, Alexii II y, desde 2009, Kirill I no han dejado de apretar los lazos ya estrechos entre el Kremlin y el clero ruso ortodoxo, bajo la impulsión de Vladimir Putin. Sería injusto decir que la Iglesia utiliza a Putin, o que Putin usa de la Iglesia, porque ambas partes coinciden en el mismo “proyecto patriótico”. Se puede decir que desde su llega al poder, en la noche vieja de 1999, Putin es la guerra: “remataremos a los chechenos hasta en el excusado” y Chechenia perdió su independencia a un costo humano terrorífico, con la total destrucción de la ciudad de Grozny, algo que se repite ahora en Ucrania. Luego la guerra relámpago contra Georgia, la guerra contra Ucrania que empezó en 2014, la intervención masiva en Siria que salvó a Bachar al Asad y acabó con la ciudad de Alepo. Si Putin es la guerra, siempre ha sido aprobado por el patriarca: ahora Kirill bendice a las tropas rusas y las exhorta a acabar con “las fuerzas del mal”.

Coleccioné muchas fotos en las cuales, en medio de los uniformes verdes, resalta el kukulion, el cogollo bizantino blanco que cae sobre los hombros del patriarca. En la del 11 de diciembre 2015, está sentado en primera fila en la Secretaría de la Defensa, para escuchar a Putin que amenaza con “destruir inmediatamente”, con su arsenal nuclear, al imprudente que amenazaría las fuerzas rusas en Siria. Otra, del mismo año, fue tomada cuando declaraba que no hay que negociar con “la junta en el poder en Ucrania, porque es el diablo”. En otra, visitaba la fábrica de los cazas Sukhoi y declaraba, al bendecir los aviones de combate: “Rusia no puede ser un Estado vasallo, porque es más que un país, es una civilización, una historia milenaria, un crisol cultural, una enorme potencia”. Y el P. Vsevolod Chaplin de comentar con entusiasmo: “Sí, bendecimos las armas y está muy bien así, bendecimos muchas armas, y también los misiles nucleares”. Del apoyo militar ruso al déspota sirio dijo: “La lucha contra el terrorismo por un mundo justo y la dignidad de las personas amenazadas por el terror es una lucha sagrada, una guerra santa”. El patriarca declaró: “Asociamos la decisión (de intervenir en Siria) a la búsqueda de la paz en esa antigua tierra. La Federación de Rusia tomó una decisión responsable al proteger las poblaciones cristianas amenazadas en una región donde viven desde hace dos mil años”.

Ahora, las armas bendecidas por el patriarca masacran a los cristianos ucranianos que no aceptan el imperialismo de Putin y de Kirill.

Historiador en el CIDE