Obviamente los palestinos se encuentran también perdidos en ese laberinto. Israel se define como un Estado judío, “el de un pueblo indígena que regresa a su patria. Habrá en su seno una minoría no judía, pero los palestinos deberían tener su propio país, que debería permitir una minoría judía. Como usted ha señalado, me escribe mi corresponsal, los líderes miopes de las dos partes han dejado pasar las posibilidades de una solución, los extremistas de ambos lados fomentan el desastre. Ahora muchos palestinos creen que con el apoyo iraní no necesitan comprometerse para encontrar una solución y esto ayuda a la extrema derecha israelí a justificar su impulso para mantener el control de todos los territorios (ocupados) y la expansión de los asentamientos”.

El 1 de junio, una vez más, soldados israelíes entraron al pueblo palestino de Nabi Saleh en Cisjordania; dejaron varios heridos y causaron la muerte del pequeño Mohammed Tamini, de dos año y medio. El día 7, los soldados hirieron a seis personas que celebraban el entierro del niño. Hay video de la escena, comunicado por la ONG israelí que defiende los derechos humanos, B’tselem. Hace trece años que el ejército agrede a Nabi Saleh para quebrar su tenaz resistencia al acaparamiento de sus tierras por los colonos judíos. En 2023, en los territorios ocupados han muerto ya 150 palestinos, entre los cuales 27 niños.

Mi amigo, que va periódicamente a visitar familiares en Israel, hace un excelente análisis de la presente y caótica crisis política. Lo cito tal cual.

“1. Una joven democracia necesita una constitución para evitar bloqueos en cuestiones claves de derechos humanos, justicia, equilibrio de poderes, religión. Solo un país con larga historia como Gran Bretaña puede sobrevivir sin constitución. Israel no tiene constitución porque las autoridades religiosas judías y musulmanas no han podido entenderse (…) y elaborar un documento que no contradiga sus textos sagrados. Los políticos han evitado meterse en controversias y el resultado es que no hay definición clara del equilibrio de poderes, obligaciones, limitaciones de la Suprema Corte, poderes del primer ministro y del congreso.

2. Cuando un país decide cambiar el funcionamiento del gobierno y de los tribunales, debe empezar por una profunda investigación y encuentros antes de adoptar recomendaciones. Si no, hay crisis y la oposición no acepta la imposición. La estrecha coalición armada por Netanyahu con partidos religiosos y de extrema derecha intenta imponer a la fuerza cambios mayores. El resultado es ira, protestas, daño económico.

3. Sin balance de poderes, algún tipo de dictadura es inevitable. La coalición de Netanyahu cree que ha sido muy maltratado por la Suprema Corte, el Fiscal General y el Congreso; que la solución es dejarla nombrar a los jueces de la SC e invalidar las decisiones de la Corte. La oposición entiende que eso llevaría a la dictadura y a la desaparición de la oposición, como en China, Venezuela, Cuba y Rusia.

4. Se necesitan leyes para proteger al pueblo de líderes sin escrúpulos. Israel no tiene leyes para remover a los malvados. Hasta ahora, los políticos acusados de crímenes han renunciado mucho antes de su proceso, por ejemplo, Rabin y Olmert. Pero Netanyahu, acusado de corrupción, se queda en el poder y busca una legislación para prevenir su salida. Un pequeño partido religioso (Shas) de la presente coalición maniobra para lograr un ministerio para su jefe, Aryeh Deri, dos veces condenado y un tiempo encarcelado, por robo a su propio partido y fraude fiscal. La Suprema Corte se opuso a su nombramiento. Otro motivo para que la coalición quiera controlar a los jueces.

5. Una sociedad con elementos muy religiosos y otros muy secularizados debe construir puentes entre esos dos mundos (…) La sociedad civil carga con los sacrificios militares, el crecimiento económico y los impuestos; la sociedad religiosa proporciona el crecimiento demográfico y representa una amenaza para la construcción y la historia del país. Hasta se habló de una futura guerra civil. El porvenir de Israel depende de la colaboración entre las dos sociedades. Por desgracia, los políticos, especialmente Netanyahu cultivan la división”.

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