Se le presta a Napoleón la profecía siguiente: “Dejen dormir a China, porque cuando despierte, el mundo entero temblará”. En 1973, el político francés Alain Peyrefitte, después de una misión informativa en este gran país, publicó un best seller intitulado Cuando China despierte… el mundo temblará. Faltaban unos años para el despertar chino, pero el autor no se equivocó al anunciar que dentro de una generación o dos llegaría a ser una potencia mundial, si no es que la primera.
Cincuenta años después, la historia le da la razón a Alain Peyrefitte. China alcanza y supera a los Estados Unidos en muchos sectores tecnológicos, de modo que la carrera entre las grandes potencias es cada vez más ruda, con sanciones, medidas proteccionistas, alianzas internacionales, espionaje que no excluyen los golpes bajos. Mientras que Europa y Rusia pierden la competencia tecnológica mundial, los dos gigantes se enfrentan. Alice Pannier que dirige el programa Geopolítica de la Tecnología (Instituto Francés de Relaciones Internacionales, IFRI) resume la situación de la siguiente manera: “EU procede de décadas de total supremacía y retiene una posición dominante en sectores claves; sin embargo, el auge chino es fortísimo, ha recortado distancias, en algunos casos adelantado a Washington y en otros colocándose como competidor a la altura”. (El País, 12 de marzo 2023, “Radiografía de la carrera tecnológica entre potencias”). Por ejemplo, según un informe de Harvard, China se adelanta a los EU en comunicación cuántica. El consenso de los especialistas es que las dos potencias se hallan en una posición similar en capacidades, en un empate y, si no se invierte la tendencia, China tomará la delantera.
Despertó China. ¿Tiembla el mundo entero? EU tiembla si uno piensa en la escalada de restricciones que pone en la exportación de tecnología sensible, lo que provoca la ira del dirigente chino Xi Jinping: “Los países occidentales, encabezados por los EU, están implantando una contención, un cerco y un ninguneo total hacia China”. Su secretario de Relaciones confirmó: “Si Washington no frena y sigue acelerando en la vía errónea, será imposible evitar el descarrilamiento, el conflicto y la confrontación”.
Confrontación: de manera nada política, el presidente Biden, justo cuando su secretario de Estado intentaba, en Pekín, distender las relaciones, calificó al líder chino de “dictador”. Sabemos que China tiene uno de los regímenes más autoritarios del planeta, pero es una potencia mundial en todos los sentidos. Hay que encontrar una forma de cooperación internacional y eso se ha vuelto urgente a la hora de la guerra de Rusia contra Ucrania y de la vasallización de Putin frente a Xi Jinping. Sin olvidar el asunto de Taiwán.
Taiwán se entrena para una guerra con China y la pregunta que se hacen sus habitantes no es si Xi Jinping invadirá la isla, sino cuándo. Prepara su sistema balístico para repeler una ofensiva relámpago, mientras que Pekín multiplica los ejercicios militares, violando el espacio aéreo y marítimo alrededor de la isla. Nada es seguro, pero la catástrofe es posible (y evitable) como lo explica Kevin Rudd, exprimer ministro de Australia, gran conocedor de China (habla mandarín y conoce personalmente a Xi) en su libro The Avoidable War. The Dangers of a Catastrophic Conflict Between the US and Xi Jinpings China (2022). Dice que cuando se trata de Taiwán, el presidente Xi es radical. Ha concluido que la estrategia “gradualista” y pacífica de sus predecesores no ha conseguido nada; en un frío análisis piensa que la era de dominio americano en Asia ha terminado y que es factible derrotar a los EU si defienden a Taiwán. Dijo: “Jamás renunciaremos al uso de la fuerza”. Cuando Kevin Rudd terminó su libro, Putin no había empezado su Operación Militar Especial. Puede que el fracaso ruso haya modificado el análisis chino y templado su impulso.
Lo único seguro es que hay que encontrar un equilibrio entre los temas de confrontación y de cooperación con Pekin. Se impone una inteligente Realpolitik.