El presidente francés, Emmanuel Macron, tuvo hace poco una semana cargada, que empezó con un encuentro con Vladimir Putin y continuó con el funesto y grosero primer ministro británico, Boris Johnson, con el flamante jefe del gobierno griego, Kiriakos Mitsotakis; antes de presidir la reunión del G7 en Biarritz. Macron le dedicó mucho tiempo a Putin. Subrayó que, en el caos actual, propiciado sí, no creado por Donald Trump, la prioridad es anclar a Rusia en Europa. Citó a De Gaulle (y Putin le respondió citando a De Gaulle) antes de afirmar: “Si permitimos que las cosas vayan en esa dirección, empujaremos a la gran potencia que es Rusia hacia el aislamiento o hacia el diálogo con China o hacia una nueva geopolítica que no respondería a nuestro interés”. Los dos trataron temas difíciles como Ucrania, Siria, Irán y Putin concluyó: “Hay cosas dignas de discusión y que suscitan un optimismo prudente”.
La política realista de Macron obedece a su convicción de que los tiempos presentes se parecen a los años 1930, cuando Hitler llegaba al poder y las democracias europeas se debilitaban, hasta morir, bajo los golpes de fuerzas internas. La comparación no puede ir demasiado lejos, puesto que, por suerte, no existen hoy en Europa ni Stalin ni Hitler. Sin embargo, Macron tiene razón cuando señala el peligro que amenaza las democracias de la Unión Europea, asaltadas por dentro por partidos; asaltadas por fuera, por gobiernos europeos, sí, europeos, que desmantelan sistemáticamente las instituciones democráticas: en Hungría y Polonia, los dirigentes no creen en el Estado de derecho, lo dicen abiertamente y no han disimulado su intención (realizada o en proceso) de acabar con él.
“Estoy traumatizado por la semejanza entre el momento que vivimos y el periodo de entreguerras”, 1919-1939, dijo Macron. Dos grandes historiadores anglosajones, especialistas en la Alemania nazi y de “las tierras de sangre”, la Europa atrapada entre Hitler y Stalin, Christopher Browning y Timothy Snyder, piensan como el presidente francés. En los años 30, Estados Unidos se alejó de Europa y adoptó el aislacionismo, la democracia parlamentaria se fue para abajo y subió el autoritarismo deseado por los que pedían “el cirujano de hierro”. Mussolini y Hitler llegaron al poder cuando algunos partidos de la derecha tradicional, democrática, pactaron con los fascistas y los nazis, frente a una izquierda y a un centro de derecha desunidos y desorientados.
Pesimistas también, o lúcidos, dos viejos sabios europeos. Michel Serres, que nos dejó hace poco, constataba hace un año que “las guerras y las enfermedades matan cada vez menos, la pobreza disminuye… y, sin embargo, el clima de la época es tristón. Es necesario ver al mundo de otra manera y cambiarlo antes de que sea demasiado tarde”. (Le Monde, 12 de agosto 2018) “No estaba mejor antes, pero podría ser peor después”. Y el eternamente joven Edgar Morin, que va para los 100 años, piensa que “hemos entrado en un periodo históricamente regresivo”, con el auge de los nuevos movimientos autoritarios que van viento en popa. “Cuando, tradicionalmente, la juventud es más bien de izquierda, hemos asistido al surgimiento de una juventud reaccionaria”. Es cierto, pero no es la primera vez: el nazismo fue, en gran parte, un movimiento de juventud. Esa juventud nacionalista y reaccionaria que movilizan los Orban y otros Salvini, existía, pero silenciosa o marginal desde la Segunda Guerra Mundial.
Nacionalismos políticos y económicos alentados por Donal Trump nos llevan al proteccionismo; la derecha de muchos países hace suyo el grito de Trump, ¡America first!, y eso amenaza el orden económico mundial, con las guerras comerciales y guerras de divisas que ya empezaron en serio. ¿Guerras? Sí, incluso posibles guerras en serio, guerras de verdad, con el fin del control de los armamentos, el arranque de la carrera armamentista con todo y armas nucleares, entre Washington (que tomó la iniciativa) y Moscú. Estas apuestas patológicas amenazan nuestro futuro.
Historiador
*** En la imagen EL UNIVERS informó el viernes 1 de septiembre de 1939 en su portada: "Alemania bombardea e invade Polonia". El diario dio cobertura al conflicto que se extendió hasta 1945. Foto: Archivo. EL UNIVERSAL