La cacería de brujas en medio de las ciencias humanas en Rusia se ha desatado como en los buenos tiempos de Andrei Zhdanov, la voz de Stalin, a partir de 1947. El Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias, blanco de la ofensiva, dejará lugar a Un Centro de Desarrollo de la Ideología Nacional, en el cual las dos estrellas mayores son Alexandr Duguin, el propagador de la doctrina “eurasiana”, y el metropolitano Tikhon (Shevkunov), promovido a la sede de Simferopol en la Crimea anexada, brillante activista y probable consejero espiritual (evito la palabra “confesor”) del presidente Vladímir Putin. Duguin acusa al Instituto de trabajar para la CIA y da como proyecto al nuevo Centro la definición del “Estado-Civilización ruso. Historia, Instituciones, Pueblo”. En forma paralela, trabajarán una “Teología de la Guerra” ligada a la “Filosofía Militar Rusa”. Vale la pena mencionar que entre aquellos “legionarios de la filosofía nacional” (así se llaman a sí mismos), está un oficial de las milicias pro-rusas de Donetsk y ardiente propagandista a favor de la guerra.
Sus antecedentes remontan a 2014, inmediatamente después de la anexión de Crimea y del inicio de la guerra en el Donbas, con un proyecto educativo nacionalista ideado por Duguin. En mayo de 2022, para apoyar la Operación Militar especial, los mismos organizaron un “Concilio filosófico” que definió a la filosofía como “territorio de guerra”, después de la afirmación de Duguin: “El pacifismo es eutanasia del espíritu y traición al Hombre”. El lugar del filósofo es el frente de guerra y los “filósofos legionarios son los guerreros los más activos en la presente guerra entre la civilización rusa y la civilización occidental”.
A Duguin le gusta citar a Nietzsche y a Heidegger (bastante nazi) para demostrar que “la verdadera guerra es la guerra de las ideas y la guerra en Ucrania es el combate del logos ruso contra el logos occidental del liberalismo y del mundialismo”. “El pueblo ruso es el Dasein y quién se permite filosofar en su nombre (los del Instituto de Filosofía) es un enemigo existencial al servicio de la elite occidental”.
Un año después, en mayo 2023, el “Instituto de Zargrad” (Zargrad es el nombre ruso de Constantinopla, la ciudad del zar) fue inaugurado por Duguin, Serguei Glaziev (consejero económico de Putin) y el vicepresidente de Chechenia. Su meta: desarrollar la ideología imperial y crear una nueva ciencia, la “basiliología”, definida por Duguin en su libro “Génesis e Imperio. Escatología y ontología del reino universal”. Esos filósofos son legionarios de verdad. Su otro proyecto “filosófico” se llama “Sol del Norte” y proyecta organizar grandes “concilios” sobre alquimia, hermetismo y “cosmismo” rusos. Dentro de poco va a nacer, siempre bajo la dirección de Duguin, la Escuela Política Superior Iván Iliin” (Iliin, ruso antibolchevique, exiliado en Italia, admirador de Mussolini y Hitler, muy apreciado por Putin). El Consejo de la Federación de Rusia acaba de aprobar su creación en el marco de la “Guerra sagrada contra Occidente”. Se trata de revolucionar la educación para renunciar al “occidentalo-centrismo”.
En cuanto al pobre Instituto de Filosofía, ha merecido, a fines de enero del año en curso, ser calificado de “terrible acceso… refugio para canallas y traidores, agentes extranjeros y tránsfugos, rusófobos y extremistas”. Se propuso crear un “Comité de certificación patriótica y civil” para examinar la dirección y los miembros del Instituto: “Los rusófobos del Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias, deberían ser sometidos a una verdadera desnazificación”. O sea, el Instituto = Ucrania. Como si no fuese suficiente, acusaron al Instituto de hacer “propaganda LGBT y destruir los fundamentos mismos de las relaciones matrimoniales”. “Propaga la ética de la no violencia, la teoría de la guerra justa, del género, del totalitarismo, multiculturalismo, posthumanismo y la estética del postmodernismo.” ¡Uff!
Duguin concluye que el Instituto debe ser estratégicamente integrado al Estado-Mayor General de las FA de la Federación de Rusia”. Amén.