El ajedrez motiva a interrogarse, a razonar y a buscar las mejores réplicas para ganar. El éxito o el fracaso dependen del saber y de infinidad de detalles y sutilezas, enigmas y soluciones, preguntas y respuestas. Por eso tuvo razón el escritor Herman Hesse (1877-1962) cuando dijo: “Nuestros saberes, por mucho que se multipliquen, no acaban en un punto final, sino en un signo de interrogación. Un plus de saber significa un plus de preguntas, y cada una de éstas suscita a su vez nuevas interrogaciones”.
Ante el tablero y en la vida, del cuestionar y del responder dependen las posibilidades de vencer. En toda partida hay innumerables posibilidades y recursos que hay que comprender para triunfar. Sin embargo, también vale lo acotado por el psicoanalista Jacques Lacan (1901- 1981): “Si usted ha comprendido, seguramente está equivocado”. Es más, el biólogo Barry Commoner (1917- 2012) afirmó: “Cuando finalmente entiendes la situación, es peor de lo que pensabas”. Ni modo.