En ajedrez, el intelecto y el modo de ser de los jugadores son los que posibilitan la victoria. Por eso en cada partida empeñan su inventiva, ingenio y voluntad, es decir, lo mejor de sí y lo que son como personas. Desde la literatura, la escritora Anais Nin (1903- 1977) dijo: “No vemos las cosas como son, las vemos como somos”. Claro que para verlas mejor y ser objetivo, hay que reflexionar y conocerse a sí mismo, aunque el poeta alemán W. Goethe confesó: “¿Conocerme a mí mismo? Si lo hiciera, saldría corriendo espantado”. Sin embargo, el escritor Arthur Koestler dedujo: “Cuando un jugador de ajedrez mira el tablero, no ve un mosaico estático, una vida tranquila, sino un campo de fuerzas magnéticas lleno de energía, como Faraday vio las fuerzas que rodeaban a los imanes y corrientes como curvas en el espacio; o como Van Gogh vio torbellinos en el cielo de Provenza”. Es más, mucho antes el médico Thomas Browne (1605- 1682) aseguró: “Todas las maravillas que buscas están dentro de ti mismo”.
PARTIDA
Las blancas movilizan todos sus recursos y mediante una enérgica maniobra atrapan la dama y obtienen la victoria.
Blancas: Svetozar Gligoric
Negras: Dragutin Sahovic
Defensa india de dama
Belgrado 1969.
1.d4 Cf6 2.c4 b6 3.Cc3 Ab7 4.Dc2 d5 5.cxd5 Cxd5 6.Cf3 e6 7.e4 Cxc3 8.bxc3 Ae7 9.Ab5+ c6 10.Ad3 c5 11.0–0 0–0 12.Ab2 Dc7 13.De2 Cd7 14.Tad1 Cf6 15.Tfe1 Tfe8 16.d5 exd5 17.e5 Ch5 18.Cg5 Axg5 19.Dxh5 h6 20.h4 Ae7 21.Ac1 Af8 22.e6 (Diagrama. Las blancas atraen al rey negro) Ac8 23.exf7+ Dxf7 24.Ah7+, rinden negras. 1-0.
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