El ajedrez cultiva y hace valer todas las facultades del espíritu: ánimo, ingenio, carácter, amor propio, etc. Por eso el científico Benjamín Franklin dijo: “El ajedrez no es una fútil distracción; permite desarrollar en nosotros las cualidades del espíritu más necesarias en la vida”. También el pedagogo José María Luis Mora (1794- 1850) opinó: “La cultura del espíritu suaviza el carácter, reforma las costumbres”. Además, el juego ciencia motiva al estudio y fortalece el dominio de sí mismo. El escritor francés Víctor Hugo (1802- 1885) aseguró: “Sumid el espíritu en el estudio y vuestro corazón se elevará al cielo”.
Para dominar en el tablero mediante ideas hay que pensar más que el rival. Eso se logra con la fuerza que dan el estudio, el talento y la voluntad. El poeta estadounidense Walt Whitman (1819-1892) aseguró: “Domina aquel cuyo espíritu domina, es más poderoso quien es más fuerte… La energía, la salud, el amor propio, se abren paso con fuerza incontrolable… ¡Vamos, no nos detengamos, de pie y en marcha!”.
PARTIDA
Aunque las blancas buscan la iniciativa y dominan, las negras se defienden con precisión, arremeten y ganan.
Blancas: Silvino García
Negras: Julio Bolbochan
La Habana, 1966. Defensa siciliana.
1.e4 c5 2.Cf3 d6 3.d4 cxd4 4.Cxd4 Cf6 5.Cc3 e6 6.f4 Cc6 7.Ae3 Ae7 8.Df3 e5 9.Cxc6 bxc6 10.fxe5 dxe5 11.Ac4 0–0 12.h3 Ce8 13.Td1 Da5 14.0–0 Cd6 15.Ab3 Aa6 16.Txd6 Axd6 17.Axf7+ Rh8 18.Dh5 Ac5 (Diagrama. Las negras contraatacan) 19.Tf3 Axe3+ 20.Txe3 Dc5 21.Cd1 Tad8, rinden blancas, 0-1.
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