En toda partida de ajedrez hay que idear planes, fijar estrategias y hacer los mejores movimientos.
Esto supone proponerse objetivos realistas (un objetivo es un sueño anticipado), conjurar los planes del rival y esforzarse por lograr la victoria. Ante el tablero y en la vida, la clave del éxito está en los fines previstos y en el empeño por concretarlos. Todos los triunfadores tienen algo en común: lo previeron y lo hicieron. Según el filósofo Blas Pascal (1623-1662) “Prever es prevalecer.” También el científico y ajedrecista Benjamín Franklin (1706- 1790) sostenía: “bien hecho es mejor que bien dicho.”
El ajedrez habitúa a prever metas razonables, vencer sus obstáculos, mantener la calma y hacerlas realidad. Por eso el maestro Rudolf Spielmann (1883-1942) aconsejaba: “¡No juguéis con apresuramiento! ¡Investigad todo movimiento por más lógico que parezca! ¡Huid de toda quimera! ¡Sólo si tras un detallado análisis os convencéis de que el movimiento previsto os conviene, hacedlo!”
PARTIDA
Las blancas hicieron lo conveniente y las negras no previeron el encierro de su dama.
Blancas: Eric Cheymol
Negras: Jacques Romantchouk
París, 1993. Defensa Philidor.
1.e4 e5 2.Cf3 d6 3.d4 Cd7 4.Ac4 Ae7 5.c3 Af6 6.0–0 Ce7 7.Cg5 Axg5 8.Axg5 f6 9.Ae3 Cb6 10.Ab3 Cg6 11.Dh5 De7 12.Cd2 Ae6 13.Axe6 Dxe6 14.d5 Dd7 15.c4 0–0 16.De2 f5 17.f3 f4 18.Af2 Da4 19.b3 Da6 20.a4 Da5 21.Dd3 Cd7 22.b4 Dxb4 23.a5 b5 24.Tfb1 (Diagrama. La dama negra está atrapada) bxc4 25.Cxc4 Cc5 26.Dc2, rinden negras. 1-0.
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