Los errores son una de las muchas características del ajedrez. El maestro Rubén Fine escribió: “Cuando uno de los contendientes juega perfectamente y el otro comete errores, tenemos lo mejor que el ajedrez puede ofrecernos”.
En su tiempo, los filósofos escolásticos decían: “si la verdad es coincidencia entre el juicio y la cosa juzgada, el error es la discrepancia entre ellos”.
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En ajedrez, la verdad coincide con la eficacia y el placer de la victoria; y el error, con la ineficacia y el dolor de la derrota, lo que no es fácil de aceptar.
Por eso el filósofo británico Bertrand Russel (1872- 1970) aseguró: “Las tres palabras más difíciles de pronunciar son: me he equivocado”.
Sin embargo, el maestro y escritor Justo Sierra (1848- 1912) señaló: “Con los desaciertos de nuestros mayores está hecha nuestra experiencia”.
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Desde el ajedrez, el gran maestro Savielly Tartakover (1887- 1956) aseguró: “El vencedor de una partida es el que comete el penúltimo error”.
Y en otra ocasión admitió: “Cometo errores ¡Luego existo!”.