Ante el tablero, muchos jugadores son expertos en camuflar sus planes de acción. Ciertas escaramuzas, por ejemplo, las emprenden para hacer creer al rival que será atacado por un flanco, para luego hacerlo por otro.

Los gambitos

(entregas de material a cambio de alguna aparente ganancia) se aplican para obtener más espacio, tiempo o iniciativa. Son recursos que provienen de las artes militares.

En El Arte de la Guerra , de Sun Tzu, se lee: “la suprema habilidad en la disposición de las fuerzas consiste en no presentar una forma susceptible de ser definida con claridad por el adversario”.

También el escritor Vladimir Nabokov en su novela La defensa Luzhin acota: “En el ajedrez, como en el arte, el engaño es parte de la combinación, de las deliciosas posibilidades, ilusiones y perspectivas del pensamiento, que pueden ser, tal vez, falsas perspectivas. Las piezas no conocen la piedad…” ¡Ah!

Pero también tuvo razón el político galo Francois de La Rochefoucauld (1613- 1680) cuando avisó: “El medio más fácil para ser engañado es creerse más listo que los demás”.

-rjavier.vargas.p@gmail.com

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