El ajedrez es un juego de lógica en el que también interviene la fantasía , entendida como grado superior del intelecto capaz de crear y simbolizar sin límites. Como en la vida, ante el tablero hay situaciones que superan lo razonable para dar paso a la ficción.
Según el escritor y ajedrecista Juan José Arreola , “la vida no agota la fantasía del hombre, más bien provoca en ella numerosas ficciones que en cierto modo corrigen y explican la creación divina”.
En ajedrez , lo fantástico va más allá de lo sabido y suele convertirse en arte. Es cuando la victoria resulta de una lucha plena de creatividad, audacia y belleza. El dramaturgo Eugene Ionesco (1909- 1994) dijo: “La fantasía no es ninguna huida de la realidad; es creación y osadía”.
En la partida, es una instancia sublimada de la imaginación, emancipada de lo convencional y rutinario. Su contrario sería lo prosaico, lo burdo, lo simple. Acaso por eso el escritor Frank Kafka concluyó: “La desgracia de Don Quijote no fue su fantasía, sino Sancho Panza”. Puede ser.
PARTIDA
Mediante un clásico gambito de rey, las blancas sacrifican casi todas sus piezas para crear un fantástico jaque mate.
Blancas: Mac Donnell
Negras: Labourdonnais
Londres, 1834. 1.e4 e5 2.f4 exf4 3.Cf3 g5 4.Ac4 g4 5.Cc3 gxf3 6.0–0 c6 7.Dxf3 Df6 8.e5 Dxe5 9.Axf7+¡ (Diagrama. Las blancas entregan material para llegar a un brillante remate) Rxf7 10.d4 Dxd4+ 11.Ae3 Dg7 12.Axf4 Cf6 13.Ce4 Ae7 14.Ag5 Tg8 15.Dh5+ Dg6 16.Cd6+ Re6 17.Tae1+ Rxd6 18.Af4, jaque mate. 1-0.
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