Como juego de inteligencia, el ajedrez suele provocar no pocas dudas. Su infinita diversidad de opciones suscita titubeos y reparos al momento de adoptar decisiones efectivas. La filosofía dice que la duda lleva a la reflexión y la reflexión a la verdad, por tanto, aprender a dudar habitúa a pensar con precisión y veracidad.
En su tiempo San Agustín (354- 430 d.C.) afirmó: “Todo aquel que sepa dudar, sabe la verdad y está seguro de lo que sabe; por lo que está seguro de la verdad”. Con razón el poeta y ajedrecista Jorge Luis Borges (1899- 1986) concluyó: “La duda es uno de los nombres de la inteligencia”. Incluso el educador mexicano José Vasconcelos (1882- 1959) sostenía: “La duda es la fiel servidora del sentido común”. Acaso por eso el premio Nobel de literatura Camilo José Cela (1916- 2002) admitió: “La duda, esa vaga nubecilla que, a veces, habita los cerebros, también puede entenderse como un regalo, y no es, lo que queda dicho, una aseveración, ya que, sobre ella, tengo también mis dudas”.
Partida
Las negras aprovechan las dudas de las blancas y se imponen cómodamente.
Blancas: John Van Der Wiel
Negras: Garry Kasparov
Moscú 1982. Apertura de peón dama.
1. d4 Cf6 2. Ag5 Ce4 3. Af4 c5 4. d5 Db6 5. Ac1 e6 6. f3 Da5+ 7. c3 Cf6 8. e4 d6 9. Ca3 exd5 10. exd5 Ae7 11. Cc4 Dd8 12. Ce3 O-O 13. Ce2 Te8 14. g4 Cfd7 15. Cg3 Ag5 16. Rf2 Ce5 (Diagrama. Las negras explotan las dubitaciones del rival) 17. Ab5 Ad7 18. Axd7 Cbxd7 19. Cef5 c4 20. Ch5 Cd3+ 21. Rg3 Axc1 22. Txc1 g6, rinden blancas. 0-1.
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