El ajedrez es un juego de inteligencia que no sólo se guía por cálculos y razonamientos lógicos, sino también por soluciones intuitivas. La cantidad de opciones diferentes que tiene ante sí un jugador es tan asombrosa que le es imposible abarcar todas las que necesita, por consiguiente, el recurso que le queda es la intuición, entendida como conocimiento claro e inmediato de una idea o imagen como si se tuviera a la vista.
Para el psicólogo y ajedrecista Nicolás Krogius: “El arte del ajedrez es un trabajo intelectual y consciente donde hay, sin embargo, componentes inconscientes que incluyen el pensamiento intuitivo”.
Incluso esta virtud contiene razonamientos de orden matemático y su práctica los complementa y desarrolla. Según Alan Turing, precursor de la inteligencia artificial, “El razonamiento matemático puede considerarse más bien esquemáticamente como ejercicio de una combinación de dos instalaciones, que podemos llamar la intuición y el ingenio”. Acaso por eso el artista Simon Williams concluyó: “La belleza del ajedrez es que puede ser lo que quieras que sea”.