No pocos ajedrecistas conocen esa sensación de pánico súbito que antecede a una derrota sin motivo aparente. A veces esto equivale a ciertos estados de parálisis emocional que anulan la capacidad de reflexión e induce a cometer errores. Ejemplo de ello es lo que padeció el campeón mundial Viswanathan Anand en una partida decisiva en que fue derrotado por Anatoly Karpov en 1998. Ante la prensa Anand dijo: “Sólo sé que tenía la partida ganada, totalmente ganada y que de repente sentí pánico. No me pregunten por qué. No lo sé”.
Desde la literatura el escritor Milán Kundera en La insoportable levedad del ser dice: Aquel que quiere permanentemente llegar más alto tiene que contar que algún día le invadirá el vértigo.” También Pablo Neruda en algunos de sus versos lamenta: “Soy el desesperado, la palabra sin ecos/ el que lo perdió todo y el que todo lo tuvo”. Incluso el pintor Edgar Degas aseguró: “Hay un tipo de éxito que no se puede distinguir del pánico”, lo que suele suceder en ajedrez.