En ajedrez, los errores y el engaño siempre están latentes. El pensador Benedetto Croce decía: “La mente anhela la verdad y no se resigna a dejarse engañar. Cada uno yerra a su modo según las condiciones en que se encuentra”. Incluso el escritor Mario Benedetti aseguró: “La perfección es una pulida colección de errores”.
En el juego ciencia como en la vida, las buenas decisiones requieren prevenir los errores y, cuando se comenten, evitar el desaliento. El gran maestro Miguel Illescas, en su libro Jaque mate, dice: “Me atrevería a afirmar que el miedo al error es más dañino que el error mismo… lo importante es cómo reaccionas tras cometer un error: hay que evitar el pánico y el desánimo, y mantener el mejor rendimiento contra viento y marea”. Por eso el filósofo Georg Wilhelm Hegel (1770- 1831) aconsejaba: “tened el valor de equivocaros.”
El ajedrez requiere audacia, cálculo a profundidad y precisión, pero no está exento de errores y desaciertos. El poeta José Hernández dijo: “nadie acierta antes de errar, y aunque la fama se juega, el que por gusto navega, no debe temerle a la mar.”
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