Las derrotas en ajedrez y en la vida decepcionan, hacen sufrir, pero también enseñan y aportan experiencia. El gran maestro Miguel Najdorf, en entrevista con el periodista Jesús González Bayolo, en 1988 declaró: “El jugador de ajedrez que no sufra al perder una partida, no es ajedrecista: el dolor y las lágrimas hacen a la persona en la vida y en el tablero; el hombre se hace de las lágrimas y no de las sonrisas, pero una vez hecho, no debe esconder nunca la sonrisa”.

El ajedrez es un juego de responsabilidad personal, por consiguiente, un buen jugador debe aprender a soportar el dolor de sus derrotas y a corregir sus errores. El sociólogo George Steiner escribió: “a diferencia de cualquier otro juego o forma de combate, las derrotas en ajedrez persiguen al ego hasta su más recóndita guarida”. Así, tuvo razón la actriz estadounidense Angelina Jolie cuando dijo: “Sin dolor no habría sufrimiento, sin sufrimiento jamás aprenderíamos de nuestros errores”.

PARTIDA

Las blancas aprovechan el mayor dinamismo de sus piezas, utilizan las columnas y diagonales abiertas y consiguen un instructivo desenlace.

Blancas: Frank Marshall

Negras: Harry Pillsbury

Cambridge Springs, 1904. Defensa Pirc-Robatsch.

1.d4 d6 2.e4 Cf6 3.Cc3 g6 4.f4 Ag7 5.e5 dxe5 6.fxe5 Cd5 7.Cf3 Cc6 8.Ac4 e6 9.Ag5 Cxc3 10.bxc3 Ce7 11.0–0 h6 12.Af6 Axf6 13.exf6 Cf5 14.De2 Dxf6 15.g4 Cd6 16.Ce5 De7 17.Ad3 0–0 18.Tf2 Rg7 19.Taf1 Ad7 20.Tf6 (Diagrama. Las blancas se encaminan a la victoria) Tg8 21.Cxg6 Dxf6 22.Txf6 Rxf6 23.De5, jaque mate. 1-0.

@rjavier.vargas.p@gmail.com

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