El ajedrez es un combate de fuerzas opuestas, una competencia del entendimiento y un reflejo de las pasiones humanas.
Para tener éxito, todo jugador debe cultivar y hacer valer sus cualidades conscientes, inconscientes y subconscientes.
Según el psicólogo Paul Diel (1893-1972), “El florecimiento de estas cualidades se acompaña de gozo; su aniquilamiento engendra angustia… Muestra al hombre en lucha con monstruos, símbolos de propensiones perversas… En el plano de los conflictos del alma, la victoria se debe a la fuerza mental inherente al ser humano”.
Antiguamente, los combates de los dioses, los héroes y los gigantes eran una dramaturgia de las pasiones humanas.
Para el filósofo Georg Hegel (1770- 1831), “nada grande se ha hecho sin pasión”. Incluso el emperador y ajedrecista Napoleón Bonaparte (1769- 1821) afirmó: “La ambición de dominar el entendimiento es la más violenta de las pasiones”.
Y según el filósofo Séneca, “no podemos evitar las pasiones, pero podemos dominarlas”. Es más, el escritor francés Stendhal (1783- 1842) concluyó: “Con las pasiones uno no se aburre jamás; sin ellas, se idiotiza”.
Partida:
Por los senderos de una apertura Ruy López, las blancas sacrifican la dama y dan paso a un brillante jaque mate con alfil.
Blancas
: Hermann Zuckertort
Negras:
Adolf Anderssen
Apertura española, Berlín 1865. 1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ab5 Cge7 4.c3 d6 5.d4 Ad7 6.0–0 Cg6 7.Cg5 h6 8.Cxf7 Rxf7 9.Ac4+ Re7 10.Dh5 (Diagrama. Viene el golpe decisivo) De8 11.Dg5+¡¡ hxg5 12.Axg5, jaque mate. 1-0.
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