En ajedrez y en la vida, hay que prever los peligros. Según el gran maestro Alexander Kotov, “preverlos vale tanto como evitarlos, y es la garantía del éxito en las competiciones”. Está probado que el ajedrez habitúa, sobre todo a los niños, a adquirir fortaleza para enfrentar riesgos y amenazas. Según el poeta Marco Lucano (39- 65 d.C.), “Ante el inminente peligro, la fortaleza es lo que cuenta”.

También el escritor Horacio Quiroga (1878-1937) decía: “El peligro subsiste siempre para el hombre; pero su amenaza amengua si desde pequeño se acostumbra a contar con sus propias fuerzas”. En ajedrez, esto se adquiere con la práctica de manera inconsciente. El ensayista Malcolm Gladwell dijo: “existe en nuestros cerebros un proceso subconsciente que filtra enormes volúmenes de información y llega a conclusiones rápidas, incluso en los primeros segundos de ver algo”, habilidad esencial en ajedrez. Es más, el escritor irlandés Oscar Wilde dedujo: “Todo es peligroso. Pero de no ser así, no valdría la pena vivir”.

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