En el Frontón México, frente a cientos de personas y ante medios de comunicación en la exposición Frida Inmersiva, se “robaron” los cuadros de Frida Kahlo.
Y digo que se “robaron”, pues Ocesa, organizador del evento, no tiene derecho para hacer negocio al proyectar imágenes de muchos de los cuadros de Frida, ya que los derechos de autor son parte de la colección del Museo Dolores Olmedo. Sin autorización de los titulares de los derechos, la empresa decidió plagiar los cuadros al fotografiarlos y hacer negocio al presentarlos en el Frontón. Lo hecho por la compañía de espectáculos también afecta a otros museos, como el Centro Nacional de Arte Pompidou, en Francia.
Y es que Diego Rivera, en los años cincuenta, dio los derechos de autor de sus obras (149) y de las de Frida Kahlo (29) sobre las que tenía derecho, a un fideicomiso que llevaría el Museo Dolores Olmedo. Todo ello para que sus pinturas fueran exhibidas gratuitamente a los mexicanos. Pero no, ahora resulta que hay quien quiere cobrarnos hasta por ver fotografías o, como ahora les llaman, inmersiones (cuando a la pintura fotografiada se le suma luz y sonido): tal es el caso de Ocesa.
La pandemia ha desatado que se armen exposiciones virtuales en línea y, en lugar de viajar a museos, se organicen inmersiones sobre ciertos artistas en varias partes del mundo. Pero, para hacer exposiciones virtuales, se requieren certificados digitales.
¿Qué son estos? Luego del éxito en las criptomonedas, han surgido los ‘certificados de propiedad de activos de arte digitales’ (o non-fungible token, NFT). Se requiere tener un derecho de obra, para de ahí expedir un NFT y luego poder hacer negocio con las imágenes de los cuadros que están en los museos o en colecciones privadas. Pero hay quienes buscan hacer negocio redondo, aunque ilegal, pues sin tener derechos sobre pinturas, películas, impresos, etc., fotografían, graban y venden el acceso digital a éstas. Así, la nueva frontera de la propiedad intelectual y del derecho de autor revolucionadas por la pandemia.
En el caso concreto de Frida Kahlo, dos personas que intentan hacer negocios digitales sin los derechos para ello son Alejandro Soberón, de Ocesa, y Andrés Roemer.
El ‘robo’ que se está cometiendo no lo es solamente a la colección del Dolores Olmedo. Nos están robando a todos los mexicanos, pues la mecenas de Diego y Frida nos heredó esa colección para verla gratuitamente. Sólo los extranjeros pagan por verla. Y ahora resulta que dos “listillos” quieren hacer negocio con lo que no es suyo, y hasta cobrarnos por ello.
El Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), a cargo de Alfredo Rendón, inició de manera expedita una investigación al respecto. De hecho, la semana pasada fue a dar fe de lo que exhibe el Frontón México. Hoy Ocesa ya no vende boletos para la exhibición.
Esperemos que el IMPI dé resultados. Está en juego que todas las obras de artistas mexicanos de los últimos cien años, de los actuales y de los futuros, no sean robadas por terceros para hacer negocio, quitándoles sus derechos autorales. Eso no debe pasar.
También afectaría a todos los museos de México, dado que los turistas no vendrían en la misma cantidad si pudieran verlas digitalmente en otras latitudes. La afectación incluye a lo que será la feria de Chapultepec renovada, Aztlán, proyecto emblemático de la 4T y la CDMX, pues ahí es donde se mudaría el Museo Dolores Olmedo para estar más cerca del gran polo de turistas que visita la ciudad.
Todos los museos del mundo están pendientes de lo que sucede en México con este tema. La ilegalidad no puede prosperar. Las afectaciones a nuestros artistas serían enormes. También afectaría la recaudación y el turismo de nuestro país. Ojalá que el IMPI termine con estos abusos. De lo contrario, seguirá avanzando en México la brutalidad sobre el derecho.