El electorado mexicano está sintonizando los debates presidenciales. No importa si el formato, la escenografía y la iluminación que dispuso el INE quedaron a deber: la audiencia está metida en la discusión electoral.
El primer debate entre presidenciables fue visto en TV abierta por 8.5 millones de personas. El segundo, que marcó récord en la historia de los encuentros entre presidenciables, fue visto por 10.5 millones. Y, el tercero, realizado el domingo pasado, fue visto por 9.5 millones de personas por 14 frecuencias de TV abierta. A estos números habría que sumar la audiencia que los vio en plataformas digitales.
Si bien en TV abierta bajó un poco la audiencia respecto al debate previo, en 10%, hay que recordar que el domingo pasado había programación muy interesante compitiendo contra el debate: los últimos 10 minutos de la semifinal de Cruz Azul contra Monterrey (que tenía más de 9 millones de personas sintonizando el Canal 5); Master Chef y buenas películas en otros canales.
Pese a ello, en domingo a las 11 de la noche, más de 4.4 millones de personas seguían viendo las mesas de análisis políticas en torno el postdebate. Esta tendencia de estar atento a lo político también se vio en el último debate de la CDMX, mismo que en el Valle de México fue visto por 800 mil personas. O, incluso la participación de Xóchitl Gálvez, el lunes pasado en Tercer Grado, que fue vista por poco más de 2 millones de personas, una audiencia nada despreciable. Habrá que ver, en unas horas, qué audiencia se reporta en la participación de Claudia Sheinbaum en dicho programa. Por cierto, N+ (Televisa) es el mayor generador de audiencias para cualquier debate y postdebate político en el actual proceso electoral.
¿Qué significa que tanta gente esté viendo los debates y los programas de análisis político-electoral? Que a menos de dos semanas de la elección más grande en la historia de México por el número de cargos en contienda, muchos ciudadanos aún no terminan de definir por quién votarán y siguen escudriñando a candidatos y evaluando por quién votar.
Todas las encuestas reportan un número de indecisos, pero me parece que podríamos estar en un proceso electoral en el que estas pueden traer serios errores: unas de ellas porque han dejado de ser serias y prácticamente venden sus resultados, y otras porque no están reflejando el “voto oculto” (dicen que van a votar por X, mientras votarán por Y).
El electorado está volcado en el proceso electoral, le ocupa lo que se dice y quienes lo dicen. No es la calidad de los debates del INE, ni de las propuestas de los candidatos: es el proceso electoral en sí y lo que el país quiere a futuro. Habrá que esperar al próximo 2 de junio para conocer la tasa de participación ciudadana y por quienes votan los mexicanos, pero dada las audiencias que se están midiendo y reportando en TV, es evidente que estamos en procesos electorales competidos y, desde luego, muy polarizados.
CAMBIANDO DE TEMA: Desde el primer debate presidencial, la presidenta del INE, Guadalupe Taddei, quería tomarse una foto con ambas candidatas. Tres mujeres haciendo historia: la primera presidenta del INE y la que será la primera presidenta de la República. No se logró en el primer debate, pero tampoco en los dos posteriores. Sencillamente, las candidatas no quisieron, nunca, posar juntas. Tampoco se saludaron al inicio, ni se despidieron al final de los tres debates. Así la polarización y el encono entre ellas. Nunca se había visto algo así entre candidatos a la Presidencia. Con estos antecedentes, ¿la noche del 2 de junio podremos esperar civilidad entre ambas?
Papelón que hizo la CNTE: instaló un plantón en el Zócalo a días de que fuera la marcha de la Marea Rosa, opositora al gobierno; hizo plantones en tres de los medios más criticados últimamente por el gobierno —EL UNIVERSAL, Televisa y TV Azteca—, y no quería retirar su plantón el domingo, para evitar que llegara la Marea Rosa, por instrucciones de la Secretaría de Educación. Parecería que el gobierno está detrás de la CNTE. Si esto hacen para evitar una manifestación pacífica, ¿qué harán si pierden el poder en alguna de las entidades que ya gobiernan? Nos recuerdan a lo más rancio de la política mexicana.