Lo que pasó el fin de semana en la CDMX en torno al aniversario de la Independencia y a la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños ( CELAC ) parece una reedición del México de los 70’s.

Y es que, en orden cronológico: a) por primera vez en épocas recientes hubo oradores en la plancha del Zócalo , quienes dirigieron un mensaje a las Fuerzas Armadas . El invitado especial fue el presidente de Cuba , Miguel Díaz-Canel; b) al día siguiente fue la reunión de la CELAC , en donde, además del dirigente cubano, llegó el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro (su primera salida al extranjero desde que EU ofrece una recompensa de 15 millones de dólares por él).

Y, c) a la reunión de la CELAC se sumó como invitado especial, por video, el presidente de China, Xi Jinping , para dar un mensaje a los dirigentes de la región. Esto sucede una semana después del fiasco de reunión de alto nivel entre México y Estados Unidos, en donde nuestra delegación rechazó la petición del Departamento de Estado para sumarse a Clean Network , iniciativa para que los aliados de EU se unan a un bloque de ciberseguridad que excluye a empresas de telecomunicaciones vinculadas con el gobierno chino; se han adherido a ésta 53 países. Pero la participación de Xi también fue 24 horas después de que se anunciara que EU y Gran Bretaña darán submarinos nucleares a Australia para contrarrestar la amenaza que perciben de China, lo que denota la preocupación que representa el gigante asiático para EU.

Así que, Palacio Nacional , la sede del poder en nuestro país, albergó al mismo tiempo a quienes EU considera sus principales oponentes geopolíticos: Cuba, Venezuela y, sobre todo, China.

Las reacciones fueron inmediatas: el recién llegado embajador de EU, Ken Salazar , le mandó decir a la 4T el sábado, por medio de una entrevista que le hizo el periodista de Univision y Reforma, Jorge Ramos, que no abrirán la frontera terrestre sur, a pesar de que el presidente Andrés Manuel López Obrador pidió hacerlo el martes pasado, pues ya se vacunó a todos los mayores de edad en municipios fronterizos. Incluso, prominentes legisladores como Marco Rubio y María E. Salazar, condenaron lo que pasó en México.

Veamos qué sucede en los siguientes días, pero claramente el gobierno de la 4T mandó mensajes al gobierno del presidente Joe Biden. Ya se verá el tono de la respuesta de regreso, pudiendo ser esta oficial, o por otros métodos.

López Obrador, que rara vez viaja al exterior, pareció cómodo siendo anfitrión de los mandatarios, aunque no hubo acuerdo para modificar a la OEA y ni siquiera se logró nombrar al presidente pro tempore de la CELAC.

Sería de esperar que la 4T tenga un plan estructurado, luego de que se dejó ver cortejando a puro gobierno de izquierda radical. Más aún, cuando se trata de alejarse de nuestro principal socio comercial y a donde va 85% de nuestras exportaciones.

Esto, pues parece que EU sí trae estrategia: voltearon al gobierno de Nicaragua contra Argentina , ambos de izquierda; el colíder del proyecto CELAC, el canciller argentino Felipe Solá, fue cesado a su arribo a la CDMX; lograron que no vinieran los presidentes de Chile ni de Colombia; varios países dejaron claro que se necesitaba el consenso de EU para modificar la OEA y, Uruguay y Paraguay exhibieron públicamente a Cuba y Venezuela.

AMLO tuvo un buen fin de semana como anfitrión, aunque en el plano de la integración regional no se logró nada. La CELAC, como instrumento de los gobiernos de izquierda —tal y como sucedió con Unasur o ALBA—, tampoco logró nada. Sin embargo, sí se enviaron mensajes fuertes a EU.

¿Qué sigue? Difícil de saber. En la 4T, a menudo, hay más ocurrencia que planeación, pero difícilmente las señales que se enviaron pasarán sin ser contestadas.

Twitter: @JTejado

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