Las agencias de inteligencia de Estados Unidos están filtrando a medios de comunicación varios datos sobre el crimen organizado en México y su relación con políticos. Están, como ejemplo, lo publicado por ProPublica, el NYT y, más recientemente ayer, un par de reportajes, terriblemente reveladores, en el Wall Street Journal.

La triste realidad es que todos nos estamos dando cuenta de las varias regiones del país en donde, el Estado mexicano ya no gobierna. Particularmente en Guerrero, Michoacán, Colima, Chiapas, Tamaulipas, Morelos, Estado de México y Zacatecas.

Las carreteras federales son inseguras a todas horas, y la extorsión y el derecho de piso de cárteles criminales están aconteciendo en casi todos los estados.

Particularmente, hay que poner atención en cómo están operando y están pertrechados los varios cárteles. Ya no es como el narco tradicional de años anteriores, con varios tipos de armas y portando ropa común —aunque exagerada— en la zona donde operaban. Tampoco el narco de hoy es como las guerrillas en México, incluido el zapatismo, que tenían varias armas, todas de distintos calibres, que iban desde modernas subametralladoras hasta rifles de cacería, pero todos portando uniformes muy sencillos, con botas de plástico estilo jardinero (que complicaban andar en la selva) y paliacates.

Ahora, hasta cárteles conocidos como los Tlacos, en Guerrero, están uniformados con ropas tácticas, chalecos balísticos, cascos blindados y, sobre todo, armamento de alto calibre, igual para todos sus miembros. Lo mismo se ve en videos con personal de otros grupos más conocidos como la Familia Michoacana, el CJNG, el de Sinaloa o el del Noreste.

Que los carteles estén armados de manera uniforme les permite compartir municiones y mejorar su abastecimiento y logística. Es la primera vez que vemos esto en todo el país.

Pero también se ve que los narcos tienen disciplina militar que sólo puede venir de semanas de adiestramiento en campos específicos para ello, permanentes y bien equipados. Seguramente con entrenadores de soldados de Guatemala, Colombia y desertores mexicanos. De igual forma, ya usan transportes homologados y han aprendido a hacer y plantar “minas” en caminos, al igual que volar drones con explosivos, lo que tuvieron que haber aprendido de grupos armados en Siria y Ucrania.

Otro cambio es que, en muchas ciudades, han decidido placearse con normalidad, mostrando opulencia y derroche. Lejos están los días en que les daba vergüenza ser vistos. Basta con ver cómo se mueven en restaurantes, centros comerciales y calles en ciudades como Morelia, Tijuana, Culiacán, Los Mochis, Mazatlán y Tuxtla, por nombrar sólo algunas.

Otro reciente y peligroso cambio es que están buscando a la prensa para mandar mensajes. Eso antes era inaceptable, como impensable también que el narco quisiera salir en TV, por miedo a ser capturados. Ahora, quitados de la pena salen en espacios muy relevantes en los medios nacionales, como Imagen TV, Fórmula y Latinus.

En síntesis, el narco ha empezado a jugar en México con nuevas reglas que están desbalanceando y rompiendo el tejido social. Todo ello, en gran medida es por la pasividad de las autoridades, o incluso por su abierta colusión en todos los niveles del gobierno.

La Defensa y la Marina tienen la fuerza suficiente para combatir y anular a cualquier grupo delictivo, aunque hay la duda legal sobre qué tipo de armamento pueden utilizar para combatirles, si no estamos en una guerra declarada. Pero la triste realidad es que nuestras fuerzas armadas ya no tienen la capacidad ni los elementos para combatir en un mismo momento a todos los cárteles que operan en el territorio nacional.

Los cambios arriba expuestos denotan que quien sea la siguiente presidenta de México tendrá que tomar decisiones difíciles para pacificar el país y regresarle al Estado el control sobre su territorio. Lo que viene no será sencillo. A ninguna autoridad le gusta hablar del tema, pero la política de “abrazos” habrá de llegar a su fin, si no quieren que México entre por completo en un estado de guerra civil con varios grupos de combatientes enfrentados. Es terrible lo que está aconteciendo, y se va a poner peor antes de que las cosas mejoren.

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