Ayer se dieron a conocer en la mañanera de la presidenta Claudia Sheinbaum nuevos lineamientos para la distribución y expendio de alimentos en todas las escuelas y en todos los niveles, de primaria a universidad. Con estos, se pretende que, a partir de marzo del año entrante, no se pueda vender en los planteles educativos ningún alimento de alto contenido calórico. Estará prohibido vender alimentos y bebidas preenvasados con sellos de etiquetado frontal (octágonos) como varios de los productos de Bimbo, Coca Cola, Kellogg’s Sabritas o Jumex. También prohibidos alimentos a granel o caseros, con grasas y harinas que se vendan en escuelas, como frituras, sopes o donas. Así que la mayor parte de lo que hoy se vende de comida en las escuelas quedará prohibido.

Estas disposiciones han sido antecedidas por otras similares: en 2014 se emitieron lineamientos de publicidad en los que se prohibió anunciar productos que no propiciaran buenos hábitos alimenticios en la programación infantil. Con ello se dejaron de ver en TV o escuchar en radio, en horarios infantiles, anuncios de chocolates, dulces y otras golosinas. Después, en 2019, se modificó la Ley General de Salud para establecer el etiquetado frontal para advertir sobre el contenido energético, azucares, grasas, etc. Y luego, en 2020, una nueva norma oficial de etiquetado.

¿El resultado luego de 10 años de prohibiciones? Las cosas están peor que cuando empezaron en 2014: los mexicanos han decidido seguir consumiendo lo que les gusta a pesar de haberse eliminado los anuncios de golosinas de la programación infantil, a pesar de tener sellos horribles de etiquetado frontal, o incluso al costarles más los productos luego de que el gobierno les aplicó impuestos especiales. La gente está consumiendo en libertad.

Y, tristemente, los niños y jóvenes mexicanos están más obesos que nunca: 26.1 millones de niños y jóvenes de entre cinco a 19 años tienen obesidad, según reconoció ayer el titular de la SEP, Mario Delgado. Esto significa que, según el Censo del Inegi de 2020, alrededor de 80% de nuestra niñez está obesa, lo que a todas luces es un problemón.

Lo que sí se ha logrado es que, desde la época prohibicionista, se acabaron todos los programas infantiles en la TV y radio mexicana, como En Familia con Chabelo, al no poder ser patrocinados por su clientela habitual: las golosinas. Y estos fueron substituidos por programas que vienen desde el extranjero y se ven en TV de paga o por internet, como Peppa Pig o Dora la Exploradora, lo que hundió la creación de programas infantiles en México y su exportación.

Ahora quieren prohibir hasta lo que los universitarios —mayores de edad— consumen y hasta cómo se lo preparan. No sólo en la UNAM, la UIA o el TEC ya no se podrá vender ningún producto que tenga una alerta en su etiquetado: tampoco se podrán elaborar productos a partir de estos insumos. Así, en ninguna universidad se podrá preparar una sincronizada, pues su jamón o tortilla tiene alerta de etiquetado, y tampoco se podrá comer una flauta, pues el aceite con que se fríe también trae sello.

Con estas nuevas prohibiciones van a hundir a miles de cooperativas escolares y se va a abrir un mercado para que inspectores de la SEP o de la Secretaría de Salud extorsionen a decenas de miles de escuelas. Esa será la realidad.

El gobierno actual y los pasados han querido detener esta epidemia de obesidad por los altos costos que genera al sistema de salud público atender a estos niños hoy y de por vida. Pero estar cuidando lo que se gasta en salud para atenderlos no va a resolver el problema. En Dinamarca o en Japón, por ejemplo, no hay prohibiciones cercanas a estas y no hay niños obesos.

Se necesita un esfuerzo integral que pasa por acciones como crear conciencia social, asegurar que los niños hagan ejercicio y acrecentar los espacios para ello, lo que implica recuperar, del crimen, las calles y las canchas deportivas en todo México. Se requiere de un GRAN acuerdo para mejorar el futuro de nuestros niños, no más prohibiciones absurdas.

Por cierto, en el caso del osito Bimbo, que tanto han tratado de matar desde el oficialismo desde 2014, con la primera prohibición, sus ventas siempre han subido, su acción ha crecido 84% y este año ha sido rankeada la empresa con mejor reputación en México.

X: @JTejado

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