Ayer en la mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador acusó al INE de censurar a la Jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, al ordenarle distanciarse de las pintas en bardas que traen la frase “#EsClaudiaSh”, o frases similares que usan sus simpatizantes.
También, el INE ordenó que este tipo de frases sean borradas de la vía pública y eliminadas de las redes sociales. La Jefa de Gobierno ha anunciado que va a impugnar ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF); sin embargo, hay cientos de criterios de este mismo tipo, por lo que la posibilidad de triunfo es remota.
La aspirante a la Presidencia, Sheinbaum, se metió un doble autogol: primero, pues cuando las pintas surgieron, desde julio, ella debió haberse deslindado de ellas y no lo hizo oportunamente, como sí lo hizo Adán Augusto, el secretario de Gobernación y su competidor, cada vez que salen espectaculares con su imagen. Un deslinde es un simple “yo no fui”, pero legalmente sí tiene consecuencias decirlo. El segundo gol que le metieron a la Jefa de Gobierno se dio cuando la priista Claudia Ruiz Massieu también se lanzó a la candidatura presidencial y a todas las bardas se les agregó un “Sh” (para diferenciarlas); así que, luego de meses de propaganda, ni cómo alegar que la multicitada Claudia no era la Jefa de Gobierno.
Hasta ahora, Sheinbaum es quien más sanciones lleva en materia electoral. Si su equipo no la empieza a cuidar, en una de esas hasta se le complica, legalmente, la candidatura oficial por actos anticipados de campaña, algo que sus rivales estarían encantados de que sucediera.
Pero, regresando a lo que dijo AMLO en la mañanera, sí: lo que hace el INE es censura ruda y pura contra aspirantes a cargos de elección popular, contra medios de comunicación y contra ciudadanos. Toda la normatividad censora surgió en 2007, luego de que AMLO acusara que le robaron las elecciones de 2006. Así, un año después, y a petición del PRD (partido del que AMLO era líder moral) se presentaron, desde su representación ante el INE, a cargo de Horacio Duarte, una serie de medidas para la no intervención de funcionarios públicos en procesos electorales y para que estos tampoco tuvieran ventajas con la propaganda personalizada. Estas reformas a los artículos 6 y 134 de la Constitución, en noviembre de 2007, fueron las que hicieron que la izquierda regresara a la agenda del diálogo institucional. Así, esta propuso una serie de medidas legales para frenar las ventajas que había utilizado el PAN en la elección anterior, con Felipe Calderón, y ahora son estas mismas medidas, que impulsaron entonces, las que les están afectando. Las vueltas que da la vida.
Si el Presidente en verdad quisiera modernizar nuestro sistema electoral y que no hubiera censura para nadie, sólo tendría que mandar una iniciativa para dar marcha atrás al adefesio que se originó en 2007, luego de su derrota electoral. Pero, quitar lo que en aquel momento se aprobó, daría libertad a todo mundo y a todos los medios de comunicación de poder expresarse libremente, sin temor a los “procedimientos especiales sancionadores” del INE. Esto no es algo que en realidad se quiera. Sencillamente, ahora hay una parte de la izquierda que no quiere que se le apliquen normas existentes que antes propuso. Sin embargo, quien avaló todo este esquema de censuras previas fue el propio AMLO, como excandidato, para tener más posibilidades de ganar en elecciones futuras, lo que sí sucedió.
Así, el INE y el TEPJF ejercen censura contra todo y todos (candidatos, radio, TV, redes sociales, bardas, funcionarios, etcétera), pues están obligados a ello con las reformas que se hicieron desde 2007 a petición de la izquierda y de varios de los hoy principales asesores electorales del Presidente. Nada sería más sano para nuestro sistema electoral que quitar la censura existente.
Ojalá la frase de AMLO, “Prohibido prohibir”, fuera realidad en materia electoral. Hoy no lo es y le está afectando a Sheinbaum, pero en realidad nos afecta a todos, todo el tiempo.