Hace pocos días, el Papa Francisco dio a conocer que se ofreció a viajar a Moscú para dialogar con el presidente ruso Vladimir Putin, en un esfuerzo por poner fin al conflicto armado en Ucrania. "Todavía no hemos recibido respuesta y seguimos insistiendo, aunque me temo que Putin no pueda ni quiera realizar este encuentro en este momento", dijo el Papa al diario italiano Il Corriere della Sera.
Vladimir Putin es uno de los jefes de Estado que más veces ha visitado el Vaticano: seis en total. Se reunió dos veces con Juan Pablo II, en 2000 y 2003; una vez con Benedicto XVI, en 2007; y tres veces con el Papa Francisco, en 2013, 2015 y 2019. Putin ha visitado el Vaticano como jefe de Estado, pero también como cristiano devoto.
La Iglesia Ortodoxa Rusa, a la cual pertenece Putin, se encuentra en comunión con la Iglesia Católica Romana pero difiere, entre varios postulados —como la composición de la hostia con la que se comulga o la naturaleza de la Santísima Trinidad—, en que rechaza la infabilidad y supremacía del Papa sobre la Iglesia. Para los ortodoxos, el Papa es una figura de autoridad, pero sus decisiones no son vinculantes.
El Papa Francisco ha condenado fuertemente la acción militar en Ucrania, pero, a diferencia de otros líderes como el presidente estadounidense Joe Biden, no ha hecho un llamado expreso para que el presidente ruso sea quien ponga fin al conflicto.
Algunos analistas consideran que el Papa, además de apelar a las prácticas diplomáticas de la Santa Sede, quiere evitar que el conflicto Rusia-Ucrania, se enmarque como un conflicto también religioso, en el que la Iglesia Católica (tradicionalmente occidental) quiera imponerse como autoridad sobre la oriental Iglesia Ortodoxa. Este punto es especialmente relevante si consideramos que una de las banderas que respalda la invasión rusa a Ucrania es la supuesta defensa contra la “occidentalización” del exterritorio soviético.
Prueba de lo delicada que es esta relación la encontramos en la misma entrevista del Papa al diario italiano Il Corriere della Sera. En ella, el Papa asegura que se comunicó por videollamada con el líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa, el Patriarca Kirill. De acuerdo con el Papa Francisco, el Patriarca defendió la invasión rusa a Ucrania por 20 minutos, a lo que el Papa aseveró que un patriarca no debía convertise en “monaguillo de Putin”.
En respuesta, el Patriarca Kirill, que por su parte ve la guerra como una resistencia necesaria ante el avance cultural de occidente, aseguró que el Papa Francisco eligió un tono incorrecto y que dichas declaraciones pueden obstaculizar el diálogo entre la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Ortodoxa Rusa, que lleva varios años con una importante cercanía, al grado que el Papa y el Patriarca Kirill se reunieron en Cuba en 2016.
La apertura al diálogo ha sido la bandera de la Iglesia Católica los últimos años, especialmente durante el pontificado de Francisco. Sin embargo, parece que las viejas tensiones Oriente-Occidente que dieron origen al Gran Cisma de la Iglesia en 1054 podrían complicar un nuevo encuentro entre el Papa y Putin.
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