La discusión en la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre la figura de prisión preventiva oficiosa ha puesto sobre la mesa un debate en torno a la impartición de justicia. Porque la prisión preventiva tiene como objetivo proteger a la víctima y testigos de un delito, pero el mal uso y abuso de la llamada “prisión automática” afecta principalmente a las personas más vulnerables, que no tienen recursos para acceder a una buena defensa.

En palabras del Papa Francisco, cuando una justicia es realmente justa, hace feliz a los pueblos y dignos a sus habitantes. Ninguna sentencia puede ser justa, ni ninguna ley legítima si lo que producen es más desigualdad, pérdida de derechos, indignidad o violencia.

Y existe evidencia para afirmar que la prisión preventiva oficiosa hace exactamente lo contrario. De acuerdo con un reportaje de Animal político e Intersecta, la mayoría de los detenidos bajo esta figura son personas con grado de escolaridad y que laboran en el comercio informal, como chofer de taxi o en trabajo artesanal.

Además, el mismo reportaje reveló que más del 60% de los imputados están bajo prisión preventiva oficiosa por delitos menores como supuestos robos o narcomenudeo. Supuestos porque la figura de prisión preventiva oficiosa es privación de la libertad sin ninguna investigación o prueba que demuestre culpabilidad.

En México se encarcela en promedio a 300 personas al día. Si la impartición de justicia fuera correcta, este número impactaría directamente en una reducción de la inseguridad en México. Pero, en un país con niveles de impunidad superiores al 90%, saturar las cárceles de personas pobres, acusadas de un delito sin prueba alguna, está muy lejos de ser sinónimo de justicia.

De acuerdo con datos del Cuaderno Mensual de Información Estadística Penitenciaria Nacional, hasta junio de 2022 había 226,916 personas privadas de su libertad, de las cuales el 40.8% están bajo proceso penal en prisión preventiva.

Si se estima que solo 3 de cada 10 personas que estuvieron en prisión preventiva son declaradas culpables, es inevitable preguntarnos: ¿cuántas personas inocentes fueron a la cárcel por esta prisión automática?

Desde una perspectiva cristiana, la justicia es la primera exigencia de la caridad. Pero exige el reconocimiento de los derechos de las personas y la protección a los más vulnerables. Es difícil entender cómo caben estos conceptos en la figura de prisión preventiva oficiosa.


Director de Comunicación de la Arquidiócesis Primada de México
@jlabastida

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