A más de 50 metros sobre el suelo del Centro Histórico de la Ciudad de México, en las torres de la Catedral Metropolitana, se encuentran silenciosas 35 campanas. Pero ese silencio de 5 cinco largos años está por llegar a su fin este sábado 8 de abril.
Los sismos de 2017 provocaron severos daños en numerosos templos católicos, incluida la Catedral. Las dos torres campanario sufrieron afecciones en su estructura que, de no repararse, representaban un importante riesgo tanto para el inmueble como para los trabajadores del templo.
Tras años de una exhaustiva revisión y restauración, la fiesta más importante del catolicismo es la ocasión que amerita volver a escuchar el repique de campanas en el Primer Monumento Religioso de América.
Las campanas tienen usos muy concretos para la Iglesia Católica. Por ejemplo, el repique de campanas para difuntos es muy específico: cuando fallece algún miembro del Cabildo o un Obispo, la campana mayor da 50 toques. Si se trata del Arzobispo son 75 y si fuera el Papa se darían 100 toques. El número de campanadas para la Misa también depende del tiempo litúrgico, y hay campanas que solo suenan en ocasiones especiales.
Es por eso que la primera campana que se escuchará este sábado es muy especial: es la que se acostumbra tocar para conmemorar la Resurrección de Jesucristo, en la noche del Sábado Santo.
Esa campana lleva por nombre Santa María Magdalena, y es apodada “la bebé”, pues pesa solo 50 kilos: es la más pequeña de toda la Catedral. Para darnos una idea, la campana más grande de la Catedral —y de todo México— es la Santa María de Guadalupe, que pesa 13 toneladas.
Y es que todas las campanas de este majestuoso templo esconden siglos y siglos de historia, cultura, tradición religiosa y leyendas urbanas. Por ejemplo, la campana Santa María de la Asunción, nombre también de la Catedral, que data de 1578. Es la campana más antigua de ese templo y, según cuenta la leyenda, fue fundida de un cañón de Hernán Cortés. Pesa 7 toneladas y es apodada “Doña María”, o simplemente “La Doña”.
Y aunque todas albergan anécdotas, no todas datan de siglos pasados. Una campana que data del año 2000, llamada la Concepción, es apodada “la Slim”. ¿Por qué? Porque Soumaya Slim, hija del empresario mexicano Carlos Slim, contrajo Matrimonio en la Catedral de México en ese año.
En agradecimiento, mandó fundir la Concepción, que es en realidad la réplica de una campana con el mismo nombre, pero que se encuentra averiada.
Tristemente, no todas las campanas pueden sonar: algunas están severamente dañadas, como la campana San José, apodada “La ronca” fundida en 1578 o la original San Gregorio, fundida en algún punto del siglo XVIII. Sin embargo, los esfuerzos conjuntos de la Arquidiócesis de México y el INAH han permitido una restauración profunda de nuestra bella Catedral.
La próxima vez que escuches el repique de campanas en el corazón del Centro Histórico, recuerda que estás escuchando siglos de historia.
Director de Comunicación de la Arquidiócesis Primada de México