Dieciséis meses después de su último viaje, y con 84 años de edad, el Papa Francisco se embarca este viernes a la que se perfila como una de las visitas más importantes de su pontificado.

Mientras la pandemia aún tiene en jaque al planeta entero, y mientras los procesos de vacunación avanzan a cuentagotas, Francisco retoma una de sus grandes promesas al realizar una inédita visita a Irak del 5 al 8 de marzo, un país envuelto durante cuatro décadas en una serie de conflictos bélicos, que le han causado profundas heridas sociales.

El Papa ejemplifica con su visita uno de sus mensajes durante el período de confinamiento, el atender lo realmente importante, y también una de las grandes tareas que ha pedido a sus obispos y sacerdotes, reforzar la estrategia de una Iglesia en salida.

A unas semanas de haber recibido la segunda dosis de la vacuna contra el Covid-19, acude a un país que aún sangra de sus heridas, con una población indefensa, víctima del dolor por las guerras, la devastación, la violencia, la persecución y la intromisión de las potencias internacionales.

El Papa tendrá una agenda apretada con visitas en Bagdad, Nayaf, Ur, Erbil, Mosul y Qaraqosh, que estarán llenas de simbolismos, que de una u otra forma reflejan los males que aquejan no solo a Irak, sino al mundo entero, pero también en los que dará testimonio de lo que él ha planteado como soluciones.

Habrá que estar atentos al primer día de actividades, en Bagdad, cuando visite la catedral de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, donde el 31 de octubre de 2010 un grupo de terroristas asesinaron a más de 50 personas, convirtiendo este hecho en uno de los ataques más atroces contra una comunidad cristiana, en los últimos años.

En Mosul, el Papa rezará por las víctimas de la violencia durante la ocupación del Isis, y que ocasionó la huida de más de 120,000 cristianos en un solo día. Y en Ur, el lugar del que partió Abraham para cumplir su misión, presidirá un momento de oración con representantes de todas las religiones que coexisten en Irak, gracias a la cooperación interreligiosa entre cristianos caldeos, ortodoxos, y musulmanes.

La visita del Papa lleva por nombre un mensaje que ha repetido incontables veces en los últimos meses: “Todos son hermanos”, y que, curiosamente, también da título a su más reciente Encíclica, Fratelli Tutti.

Es en este documento, donde el Papa pide atender a la memoria histórica para no repetir los errores del pasado: “Es fácil caer en la tentación de dar vuelta la página diciendo que ya hace mucho tiempo que sucedió y que hay que mirar hacia adelante. ¡No, por Dios! Nunca se avanza sin memoria, no se evoluciona sin una memoria íntegra y luminosa. Necesitamos mantener viva la llama de la conciencia colectiva, testificando a las generaciones venideras el horror de lo que sucedió, que despierta y preserva de esta manera el recuerdo de las víctimas, para que la conciencia humana se fortalezca cada vez más contra todo deseo de dominación y destrucción”.

La visita del Papa Francisco es un mensaje contundente a Medio Oriente y al mundo entero, de la urgencia de trabajar en procesos de reconciliación, de reconstrucción, de paz y tolerancia, poniendo en el centro a quienes más nos necesitan.

Director de Comunicación de la Arquidiócesis Primada de México
Contacto: javier@arquidiocesismexico.org

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