Tolerancia cero: las dos palabras que buscan la estrategia y visión de la Iglesia Católica ante los abusos. Porque es una realidad que, por décadas, se encubrieron y propiciaron abusos —tanto sexuales como de poder— dentro de la jerarquía eclesial.
Esta dolorosa realidad hizo que la Iglesia, desde los más altos mandos hasta los católicos de a pie, se replanteara tanto en estructuras como en protocolos para la atención y prevención.
En 2014, el Papa Francisco creó la Pontificia Comisión para la Protección de Menores con el objetivo de prevenir toda explotación de los niños y difundir los procedimientos penales relacionados con este tipo de agresiones.
Gracias a ello surgieron diversos esfuerzos en el mundo, uno de los más importantes se encuentra en América Latina, el Centro de Protección de Menores (CEPROME), impulsado desde México.
Este Centro busca que la Iglesia sea un lugar cada vez más seguro para todos, especialmente para niños, niñas, adolescentes y personas en situación de vulnerabilidad. ¿Cómo lo logra? Con cursos de prevención y diagnóstico, pero también con la realización de protocolos mucho más estrictos si se da un caso de abuso por parte de religiosos, religiosas o clérigos. Estos protocolos ponen además, en primer lugar, la atención y acompañamiento de víctimas, sobrevivientes, familiares y comunidades.
La semana pasada se llevó a cabo en Paraguay el II Congreso Latinoamericano para la Protección del Menor. En este evento —que contó con la participación de los sacerdotes Andrew Small y Hans Zollner, expertos en prevención del abuso— se recordó que la modificación estructural en la Iglesia para permitir la prevención y atención inmediata de abusos no es una opción, sino un mandato del Papa Francisco para todas las Conferencias Episcopales en el mundo.
El abuso sexual, aseguraron los expertos, es un tema presente en todas partes y en todos los niveles sociales, pero no así la apertura para enfrentarlo; por el contrario, hay mucha palabrería, sin una modificación estructural.
Por ello, Small y Zollner destacaron tres puntos: la escucha a las víctimas, haciendo análisis del pasado, presente y cómo se visualiza en el futuro; el cambio sistémico en todos los niveles de la cultura eclesial y el cuestionamiento ‘¿Qué quiere Dios de nosotros?’
Tras los duros escándalos de abuso, la Iglesia se ha impuesto el deber de cumplir la tolerancia cero, y para ello, ahora busca ver la problemática desde una perspectiva más amplia. Es por eso que el congreso en Paraguay también fue escenario para que el CEPROME anunciará la creación de nuevos departamentos para atender y acompañar a todos lo que sufren.
Estas nuevas instancias son: el Departamento de Migración e infancia, el Departamento de Trata a cargo, el Departamento de asesoramiento institucional y la Coordinación de los Centros de Escucha. Con estas nuevas creaciones, el CEPROME ahora tiene como objetivo trabajar no solo en la prevención de abusos sexual infantil y acompañamiento de víctimas: también quiere actuar en torno a los abusos de los migrantes y el crimen de la trata de personas en América Latina.
En palabras del Papa Francisco: la Iglesia no solo debe prevenir, sino además educar contra los abusos a menores en cualquier ambiente. Porque, si bien el abuso sexual es el más vergonzoso y escandaloso de los abusos, no es el único que debemos erradicar si queremos que la Iglesia sea un espacio donde todos puedan sentirse seguros y a salvo.
Director de Comunicación de la Arquidiócesis Primada de México
Contacto: @jlabastida