¿Qué harías si de repente un día te quedaras sin nada, absolutamente sin nada? Laura tiene 13 años y lleva 5 días racionando un litro de agua. Adolfo tiene 60 años, no puede caminar mucho y su casa tiene una capa de lodo de unos 30 centímetros que no sabe cómo quitará. Raymundo trabaja en uno de los hoteles que fueron destruidos y ahora no sabe qué hará para llevar comida a la mesa de su familia.
Ellos son solo algunos de los miles de damnificados que dejó el huracán Otis en Guerrero y que se quedaron sin nada, y repito para intentar dimensionar su realidad: absolutamente sin nada.
De acuerdo con cifras de la Coordinación Nacional de Protección Civil, Otis dejó daños en más de 220 mil viviendas y a más de medio millón de personas sin algunos servicios básicos. Pero la realidad es que aún no terminamos de conocer la magnitud de los estragos de Otis: la cifra de muertos y desaparecidos es preliminar y no ha sido posible evaluar el daño en algunas comunidades cercanas a Acapulco.
Cada que ocurre un desastre natural, es común ver imágenes y leer historias sobre la gran solidaridad mexicana. México es famoso por desbordarse en brindar ayuda en situaciones complicadas.
Todos recordamos, por ejemplo, cómo el país se unió tras los sismos de 1985 y 2017. Sin embargo, la solidaridad y la ayuda para los damnificados de Otis parecen estar obstaculizados por la polarización y la desinformación.
Algunos medios de comunicación publicaron imágenes y videos de “la rapiña”: personas que entraron a supermercados y tiendas departamentales para llevarse víveres y electromésticos, fotos y videos que se hicieron virales, incluso acompañados de comentarios clasistas.
La ayuda a los damnificados también está siendo utilizada como arsenal político. La desinformación en torno a quiénes entregan la ayuda y la desconfianza en las instituciones encargadas en canalizar el dinero y los víveres a los más necesitados han generado gran discusión y polarización en redes.
Se comparten estos temas en redes sociales y chats familiares, casi como si se buscaran argumentos para no ayudar a las miles de familias que se quedaron sin nada. ¿El resultado? Hace unos días, en X (antes Twitter) eran trending topic las palabras “No dones”.
¿Qué nos pasó?, ¿en qué momento olvidamos que la prioridad en este momento es la solidaridad?, ¿cómo pasamos de las cadenas humanas tras los terremotos de 1985 y 2017 a la apatía tras el huracán que devastó al 80% de nuestro querido Acapulco?
Tristemente, parecemos más concentrados en la polarización, la desinformación y el golpeteo político y mediático que en el centro de la tragedia: las personas, las vidas que se perdieron y las familias que viven sin agua, sin comida, sin lugar de trabajo, sin certeza de un futuro.
México es un país solidario por excelencia y esa solidaridad brilla por encima de nuestras diferencias, especialmente en los desastres naturales. Estamos a tiempo de tomar ese rumbo, de que esta tragedia incremente los sentimientos de caridad para colaborar en la reconstrucción de las zonas afectadas.
La tragedia aún no termina. Tras el paso del huracán Otis ahora nos dejamos arrasar por el huracán de la división, y el tiempo pasa.
¿Como recordaremos este momento en la historia? ¿apoyando a nuestros hermanos cuando nos necesitaron más que nunca o alimentando debates estériles que solo nos llevaron a un camino autodestructivo construido sobre la polarización?
Director de Comunicación de la Arquidiócesis Primada de México
Contacto: @jlabastida