Este 27 de septiembre se dio a conocer una carta que envió el Papa Francisco al presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, monseñor Rogelio Cabrera. En esta carta, el Papa envía su bendición a México con motivo del 200 aniversario de la Consumación de su Independencia.
La misiva reflexiona, entre otros temas, en torno a dos realidades: la religión católica ha sido un importante pilar de nuestra identidad como mexicanos, y la Iglesia realizó acciones dolorosas contra los pueblos indígenas en la llamada época de la conquista.
Esta primera premisa suele ser ignorada por quienes critican a la Iglesia, mientras que la segunda puede llegar a ser minimizada por quienes la defienden. Pero ambas forman parte de nuestra historia y nuestra identidad. Negarlas es negar una gran parte de lo que nos hace mexicanos.
“Tanto mis antecesores como yo mismo, hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización”, dijo el Papa Francisco.
Los últimos tres Pontífices –Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco— han pedido perdón por los graves pecados cometidos contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios. El Papa Francisco lo ha hecho en dos ocasiones.
En el capítulo 7 de la encíclica Fratelli Tutti, el Papa Francisco asegura que reconocer los errores del pasado, por muy dolorosos que sean, es el primer paso para construir la paz, pues la verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia.
“Nunca se avanza sin memoria, no se evoluciona sin una memoria íntegra y luminosa. Necesitamos mantener viva la llama de la conciencia colectiva, testificando a las generaciones venideras el horror de lo que sucedió”, se lee en Fratelli Tutti.
En su carta al pueblo de México, el Papa destaca la importancia de no evocar los dolores del pasado para quedarnos ahí, sino para aprender de ellos y sanar heridas, cultivar un diálogo abierto y construir la fraternidad.
“El aniversario que están celebrando invita a mirar no sólo al pasado para fortalecer las raíces, sino también a seguir viviendo el presente y a construir el futuro con gozo y esperanza, reafirmando los valores que los han constituido y los identifican como Pueblo –valores por los que tanto han luchado e incluso han dado la vida muchos de vuestros antecesores– como son la independencia, la unión y la religión”, continúa el Papa en su carta.
Tampoco podemos negar el valor histórico de la religión en nuestra cultura mexicana. Gran parte de la cultura, arquitectura, pintura y gastronomía que nos dan orgullo tienen raíces profundamente católicas e inspiraciones sumamente espirituales. La solidaridad y calidez que nos caracterizan a los mexicanos albergan grandes similitudes con los valores del Evangelio.
Aprovechemos este Bicentenario para reflexionar sobre todo en aquello que nos hace mexicanos, y cómo las luces y sombras de nuestra historia deben marcar el camino hacia el futuro.
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