Monseñor Francisco Daniel Rivera Sánchez fue conocido como el "Obispo Covid" al recibir su ordenación episcopal justo en la semana en la que comenzaba la primera etapa de confinamiento en la Ciudad de México.

Fue el Covid el que hizo que miles de fieles en México y en otras partes del mundo lo conocieran, pero también fue el virus el que le quitó la vida el pasado lunes. Resulta muy significativo el comentario de una persona en las redes sociales tras darse a conocer su muerte: "El virus lo trajo a mi vida, y ahora el virus me lo quita".

Y es que, junto con los otros cuatro obispos auxiliares que acompañan al cardenal Carlos Aguiar Retes tomaron las redes sociales cuando el gobierno decidió que los templos debían cerrar. Sin conocimiento tecnológico alguno, vincularon su labor pastoral con Facebook y YouTube, y abrieron un espacio apenas explorado en ese entonces por la Iglesia.

Su primera vez frente a las redes lo demostró. Mientras presidía la misa del 25 de marzo pasado, el obispo Daniel estaba temblando ante la cámara, sonrojado, intentando hacer una reflexión, cuando repentinamente se quedó sin voz y pidió al camarógrafo repetir la toma. “Estamos en vivo”, le respondieron. Recuperó la calma y prosiguió.

En pocas semanas, el "obispo Covid" se hizo del dominio de la cámara y del lenguaje digital. Su alegría, humor, sus reflexiones profundas, pero sencillas, lo hicieron ganarse la simpatía de miles de personas que participaban virtualmente en sus celebraciones.

Su optimismo, motivaba a aprovechar el tiempo de la crisis sanitaria para abrir hacia nuevos horizontes, haciendo lo que a cada uno corresponde, siempre unidos con la comunidad humana para enfrentar la pandemia de la mejor manera.

Tenía claro que la solución a los problemas mundiales a los que se enfrenta la humanidad no está al alcance de todos, pero colaborando en la parte que le toca a cada uno, la humanidad entra en un movimiento reparador de la sociedad a la que se pertenece.

Desde el inicio de su ministerio como obispo, monseñor Daniel tenía muy clara su encomienda: enfocar sus baterías por la unidad y el bienestar de los sacerdotes de la Arquidiócesis de México. Así lo dijo a los pies de la Virgen de Guadalupe el día de su ordenación, y lo externó a varias personas poco antes de su muerte.

Antes de ingresar al hospital, a uno de sus más cercanos colaboradores le alcanzó a decir: "Ofrezco este sacrificio por los sacerdotes; ofrezco este momento por los sacerdotes".

También, en los momentos más difíciles de la enfermedad y previo a ser hospitalizado, monseñor Daniel alcanzó a dejar una muestra de que el amor y su fe le habían alejado de cualquier miedo a la muerte.

Él falleció a las 4:10 horas del 18 de enero, y unos minutos después, monseñor Luis Manuel Pérez Raygoza, otro de los obispos auxiliares, quien vivía en la misma casa, recibió la llamada con la noticia y una solicitud para tener a la mano su acta de nacimiento. Pérez Raygoza entró al cuarto de su compañero y encontró un libro que Monseñor Daniel dejó visible con la frase: “Nos veremos allá en el Cielo”.

Director de Comunicación de la Arquidiócesis Primada de México
Contacto: @jlabastida

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