No pocas veces se pidió su desaparición, no pocas veces ha recibido amenazas y advertencias, no pocas veces se le pidió que cambiara el rumbo, y sin embargo, 25 años después, Desde la fe es sin duda uno de los medios de comunicación católicos más importantes del continente americano.
Esta publicación, que comenzó como un semanario, nació en 1997 gracias a un acuerdo entre el cardenal Norberto Rivera Carrera, entonces arzobispo de México, y el empresario Mario Vázquez Raña.
Durante sus primeros años, estuvo a cargo de un laico vinculado a la congregación de los Legionarios de Cristo, Héctor Fernández, quien encabezó también la oficina de Comunicación Social del Arzobispado de México durante casi seis años, hasta la llegada del sacerdote Hugo Valdemar Romero, en abril de 2003.
Vino entonces una etapa de gran crecimiento, gracias a una serie de alianzas establecidas por el padre Valdemar, que le permitieron tener un posicionamiento nacional, además de utilizar el Editorial como un mecanismo de denuncia social, lo que lo convirtió en un referente de lectura de los medios de comunicación del país.
También se consolidó una base de plumas que fueron creciendo a la par de Desde la fe, especialistas en la materia que supieron apuntalar la publicación con textos que respondían a diversas inquietudes a las que nos ha enfrentado el cambio de época que vivimos.
En 2018, tras su llegada al arzobispado de México, el cardenal Carlos Aguiar Retes consideró necesario impulsar un cambio en los objetivos de la publicación, para lo cual me invitó a participar como director. Ante una creciente demanda de contenidos digitales se diseñó un plan para tener un sitio web que se alimentara diariamente, pudiera realizar coberturas en tiempo real, y con mayor presencia en los buscadores, además de contar con redes sociales que tuvieran un crecimiento constante, particularmente entre los jóvenes, sin descuidar el desarrollo de grandes contenidos y la base de plumas que ha acompañado a Desde la fe desde sus primeros años.
La necesidad en el mundo digital era tal que, rápidamente, se comenzó a posicionar como medio de consulta católico no sólo en México, sino también en Estados Unidos y con gran fuerza en Colombia, Argentina, Venezuela, Panamá y Guatemala, de donde proviene actualmente más del 30% de sus seis millones de visitas al mes y un porcentaje similar de seguidores de Facebook e Instagram, sus plataformas digitales más sólidas y que, juntas, tienen un alcance mensual superior a las 15 millones de cuentas.
Ante la pandemia y el cierre de los templos católicos a las actividades presenciales, Desde la fe se convirtió en uno de los principales puntos de encuentro de los fieles, gracias a las Misas, Horas Santas, Rosarios, peregrinaciones virtuales y muchas dinámicas más, que en los momentos más álgidos de la crisis sanitaria llegaron a contar con cientos de miles de participantes.
En 2019, Desde la fe se transformó de periódico a revista coleccionable a color, sin embargo, interrumpió su impresión en marzo de 2020 a causa del Covid 19. Afectado por los estragos económicos que dejó la pandemia en la Iglesia, recién regresó a su formato impreso, ahora en una edición quincenal, aunque se mantiene la edición semanal de manera digital, que no se ha dejado de elaborar en ningún momento, y este fin de semana llegará a su edición 1299.
En octubre de 2019 a invitación del Dicasterio de Comunicación del Vaticano, tuve la oportunidad de presentarle Desde la fe al Papa Francisco. “Es una revista muy alegre”, dijo, y me dio una recomendación: “Acérquense a la gente, ábranse al diálogo. Algunos medios católicos tienen miedo, son muy cerrados, hay que ayudarlos a abrirse para evangelizar, porque si no evangelizan, asustan a la gente”.
Los medios católicos tienen en su estructura similitudes a los medios seculares, y en el caso de Desde la fe, también está conformado por reporteros, diseñadores y especialistas en comunicación digital con amplia experiencia. Como lo ha mencionado el Papa Francisco, tienen funciones trascendentales para la labor de la Iglesia, como la construcción de puentes, abrir canales de comunicación entre los fieles, y ser vías que, mediante nuevas expresiones, ayuden a llevar el Evangelio hasta los lugares más lejanos y a las personas que más necesitan de una palabra de amor y aliento, en una época que a veces invita a perder la esperanza. Ese es el complejo desafío para los siguientes años.
Contacto: @jlabastida