El próximo 20 de junio se cumplirá un año del asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, dos hombres entregados a través de su fe para servir a las comunidades rarámuris.
Joaquín Mora, se ordenó sacerdote en 1971, siempre fue un pastor, de esos "con olor a oveja", se le recuerda trabajando en el colegio jesuita de Tampico y en un barrio de pescadores en aquellas tierras. Fue enviado a la Sierra Tarahumara, región de la que se enamoró y en donde era muy querido por los habitantes. Tenía 81 años cuando fue asesinado.
Javier Campos, llamado por sus amigos como el "El Gallo", una autoridad en la cultura rarámuri, a la que conoció desde los años setenta, cuando comenzó su labor pastoral. Sabía hablar perfectamente su lengua, conocía a los habitantes, las familias y hasta sabía los bailes rarámuris. Tenía 79 años cuando fue asesinado.
Los padres, pertenecientes a la Compañía de Jesús, perdieron la vida mientras intentaban salvar a otra persona que se había metido hasta el altar de su parroquia en Cerocahui. Ahí, en el lugar donde acostumbraban celebrar Misa, en un espacio que debiera ser de paz y oración, un lugar seguro. Ahí, las tres personas fueron ultimadas con arma de fuego por José Noriel Portillo Gil, ‘El Chueco’.
Desde entonces, se han hecho más evidentes situaciones que ya ocurrían, pero que no eran tan mediáticas y que hoy, a un año de la muerte de los padres jesuitas no han cesado: parroquias rafagueadas, asesinatos de sacerdotes y asaltos con violencia en templos del país.
A partir de los hechos en Cerocahui, la Iglesia en México, encabezada por la Conferencia del Episcopado Mexicano, la Compañía de Jesús y la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos han iniciado una un trabajo por la paz, gracias al cual se han organizado foros en diversas comunidades, en los 32 estados del país, se realizaron 12 Jornadas de Oración (una por mes), y una y otra vez se ha llamado a las autoridades al diálogo para encontrar una vía que nos permita construir la paz.
La inseguridad y la violencia no afectan solo a la Iglesia: el número de homicidios en México alcanzó 12,582 en lo que va de 2023, con el mes de mayo con una cifra histórica, de acuerdo con datos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.
El clamor de justicia y paz de la Iglesia es un clamor de los ciudadanos, y la sangre de los padres Joaquín y Javier se unió al río de sangre que corre por nuestro país desde hace muchos años.
La Conferencia del Episcopado Mexicano y la Compañía de Jesús han sido claras al respecto: “Todavía no hay justicia”, ni para los jesuitas, ni para las miles de personas que han sido víctimas de la violencia.
Este domingo, en la Basílica de Guadalupe se celebrará la Misa por la Paz, en el marco del aniversario de los padres Joaquín y Javier, una iniciativa muy significativa. Es necesario mantener viva la llama encendida tras el asesinato de los sacerdotes jesuitas, para que su muerte se convierta en fermento de paz, e impulse un cambio para que miles de víctimas tengan la atención necesaria de las autoridades hasta alcanzar la justicia.
Director de Comunicación de la Arquidiócesis Primada de México.
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