La inflación general en México ha caído de un máximo reciente de 8.70% en agosto de 2022 a 7.62% en febrero de este año. Desafortunadamente, esta trayectoria se explica por su componente no subyacente. La inflación subyacente, que representa una mejor medición de las presiones inflacionarias en la economía, ya que excluye a los productos con precios más volátiles como los agropecuarios y los energéticos, pasó de 8.05% en agosto de 2022 a 8.51% en noviembre del mismo año y a 8.29% en febrero de 2023.

Además, se observan presiones generalizadas sobre los precios de los rubros que integran este indicador. Este comportamiento llama la atención, sobre todo tomando en cuenta que el impacto de los diversos choques propiciados por la pandemia y la guerra en Ucrania ha venido atenuándose, lo que sí se ha reflejado con claridad en la inflación no subyacente.

¿Cuáles son los motivos por los que la inflación subyacente se ha mantenido persistentemente elevada?

En su Informe Trimestral, publicado la semana pasada, el Banco de México analiza con detalle los determinantes de los dos grandes rubros que integran la inflación subyacente: las mercancías y los servicios. En el caso de las primeras, se destacan los todavía elevados costos de producción derivados de aumentos previos de los precios de los alimentos y otros insumos; la pronunciada volatilidad de estas cotizaciones; y un efecto asimétrico de los precios de las materias primas alimenticias, ya que los estudios realizados por la Institución sugieren que su impacto sobre la inflación interna es mayor cuando aumentan que al reducirse.

A diferencia de la inflación de las mercancías que, aunque se mantiene muy elevada ya está disminuyendo, la correspondiente a los servicios continúa mostrando una tendencia alcista. ¿Porqué? El Banco Central lo atribuye tanto a la persistencia de presiones provenientes de los precios de las materias primas, como a la recuperación del mercado laboral y la actividad económica.

Si bien no dudo que los factores antes señalados estén obstaculizando el descenso de la inflación subyacente, existen otros cuyo impacto debe analizarse con cuidado.

El primero son las expectativas de inflación. Las distintas encuestas entre analistas muestran que las expectativas para el corto, mediano y largo plazos se mantienen por encima de las proyecciones del Banco Central, y algunas de ellas siguen ajustándose al alza. Lo anterior podría estar generando un considerable grado de inercia en la fijación de precios en la economía, aun si fuera válido el argumento de la Institución de que las expectativas de inflación de largo plazo (las más relevantes para el comportamiento de la inflación) se han mantenido ancladas.

En segundo lugar, la trayectoria de los salarios pudiera estar presionando de manera más extendida los precios. En un Recuadro del reciente Informe Trimestral del Banco de México se incluyen los resultados de una encuesta entre empresarios, en la que estos expresan su opinión respecto de los factores que están aumentando sus costos de operación. Aunque los precios de los insumos de producción son señalados como el más importante entre ellos, casi 79% de las empresas encuestadas reportan que los salarios han incrementado sus costos. Además, anticipan que las presiones se acentuarán a inicios de 2023. En vista de la política salarial anunciada por las autoridades y de consideraciones de tipo político, yo pensaría que se agudizarán todavía más el año entrante.

En tercer lugar, con la información incluida en el Informe Trimestral, me resulta difícil descartar la posibilidad de que existan presiones de demanda sobre los precios. Para empezar, los indicadores incluidos en el Informe indican que la trayectoria del consumo está incidiendo sobre la inflación.

A lo anterior habría que agregar una tasa de desocupación en mínimos históricos, y estimaciones del Banco Central que muestran una estrechez cada vez más marcada del mercado laboral e indicios de que la economía en su conjunto no muestra holgura. Esto último se confirmaría con mayor solidez, creo yo, si se tomara en cuenta la muy probable caída del crecimiento potencial en los últimos años. La presencia de alzas de precios elevadas y generalizadas al interior de la inflación subyacente y el comportamiento de la inflación de servicios, que responde en mayor medida a factores internos, apuntan también a una tasa de inflación afectada por factores de demanda.

La actividad económica en México se ha venido desacelerando y es probable que más adelante estas presiones de demanda se diluyan. Sin embargo, la economía estadounidense, principal factor explicativo del debilitamiento económico en México, está mostrando una resiliencia mayor de la anticipada, lo que se está reflejando en el comportamiento de la economía mexicana. En otras palabras, la trayectoria de la demanda en México podría obstaculizar todavía por un tiempo el descenso de la inflación subyacente.

En suma, aunque es razonable esperar que la inflación subyacente continúe disminuyendo de manera gradual en los próximos meses, en virtud de la diversidad y complejidad de los factores que la están afectando, la posibilidad de nuevos ajustes al alza de la trayectoria prevista por el Banco de México, más que un riesgo, parece ser el escenario central.

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión y muchas opciones más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS