El comunicado de política monetaria del Banco de México del pasado 9 de noviembre sorprendió a los mercados. Aunque el objetivo para la tasa de interés de política monetaria se mantuvo inalterado en un nivel de 11.25%, se introdujo un cambio en el lenguaje que acaparó los reflectores. En específico, se modificó el lapso durante el cual la Junta de Gobierno considera que será necesario mantener dicha tasa en el actual nivel, de “un periodo prolongado” en el comunicado previo, a “por cierto tiempo” en el más reciente.

Esto no implica un compromiso del Banco Central con una disminución de la tasa de referencia en una fecha específica. El mensaje tanto del comunicado como de la Minuta de la reunión, publicada el jueves pasado, es que las decisiones de política monetaria en 2024 seguirán dependiendo de la información que se encuentre disponible en el momento de cada decisión.

Por otra parte, también es cierto que la comunicación es un instrumento poderoso a disposición de cualquier banco central, que incluye entre sus objetivos guiar a los mercados sobre el rumbo de la política monetaria. Aun si un banco central no se compromete a tomar una decisión, el cambio en el lenguaje de sus comunicados proporciona una guía que da pie a una interpretación de los mercados. Si la guía se interpreta mal (lo que debiera ser aclarado enfáticamente por la autoridad monetaria) o si las circunstancias impiden que el banco central se apegue a lo sugerido en la misma, puede afectarse la credibilidad de la institución.

¿Cómo interpretaron los mercados el ajuste de lenguaje en el comunicado del Banco de México? Muy sencillo. Se fomentó la expectativa de que el Banco Central bajará la tasa de interés de política monetaria durante el primer trimestre de 2024, lo que en algunos casos implicó un fortalecimiento y en otros un cambio de la expectativa prevaleciente antes del anuncio.

Permítanme darles algunos ejemplos. En la encuesta de Banamex entre especialistas del sector privado del 7 de noviembre, de los 32 encuestados 17 anticipaban una disminución de la tasa de interés de referencia durante el primer trimestre de 2024 y 15 en un periodo posterior. Para la encuesta del 21 del mismo mes, la situación era muy diferente: de los 32 encuestados, 25 esperaban el descenso de la tasa en el primer trimestre del año entrante. El Banco de México publica una encuesta equivalente solo una vez al mes. En la más reciente (del 1 de noviembre), la mayoría de analistas anticipaba la disminución de la tasa de política monetaria durante el segundo trimestre de 2024. Habrá que esperar a la siguiente encuesta, pero me atrevo a pensar que la expectativa preponderante se moverá para el primer trimestre.

¿Por qué se tomó la decisión de cambiar el lenguaje del comunicado? La Minuta de la reunión muestra que la mayoría de integrantes de la Junta de Gobierno considera que la disminución de la inflación ha sido muy importante. Además, se argumenta que con una tasa de interés de referencia constante desde marzo de este año y expectativas de inflación a 12 meses que han disminuido, la llamada tasa de interés real ex ante se ha incrementado, lo que puede abrir espacios para disminuciones graduales y ocasionales de la tasa de interés nominal. Lo anterior, a pesar de que en la citada Minuta una mayoría subraya que la economía está operando por encima de su capacidad productiva, que el mercado laboral se mantiene fuerte y que el crecimiento de los salarios continúa elevado, y de que todas las personas que componen la Junta de Gobierno consideran que el balance de riesgos para la inflación sigue mostrando un sesgo al alza.

¿Cuáles son los argumentos en contra del cambio de lenguaje del comunicado? Una opinión disidente incluida en la Minuta destaca, entre otros, su percepción de que el sesgo al alza en los pronósticos de inflación se ha acentuado, el posible acrecentamiento de las presiones de demanda en la economía como resultado de una política fiscal expansiva en 2024, expectativas de inflación persistentemente por encima de la meta y una elevada incertidumbre sobre la trayectoria de la inflación. A lo anterior yo agregaría el potencial de volatilidad en los mercados financieros por factores externos y/o por el periodo electoral en México, y el elevado riesgo de que el Banco Central se vea en la necesidad de ajustar al alza sus proyecciones de inflación. Indudablemente, sería cuestionable bajar la tasa de referencia poco antes o después de posponer (nuevamente) la fecha de convergencia a la meta de 3%.

De no existir las condiciones para bajar la tasa de interés, independientemente de las expectativas del mercado, el Banco Central debe actuar de conformidad con su mandato y no llevar a cabo esta acción. Desafortunadamente, aun en este caso, el desapego a lo que los mercados interpretaron como la guía prospectiva de política monetaria, probablemente incidiría en la credibilidad de la institución.

¿Valía la pena modificar la guía prospectiva en una situación de incertidumbre tan acentuada, y tomando en cuenta que después de las elecciones de junio de 2024 seguramente se abrirá el espacio para reducir la tasa de referencia sin tantos riesgos? La mayoría de los integrantes de la Junta de Gobierno piensa que sí. Ojalá estén en lo correcto. En un país en el que la credibilidad no es un activo abundante, sería una pena ver la de nuestro Banco Central afectada por un ajuste a la comunicación.

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