La más reciente decisión de política monetaria del Banco de México estuvo precedida de polémica. Lo anterior es comprensible tomando en cuenta que existían argumentos tanto para mantener la tasa de interés de referencia en 11%, como para reducirla.

Por una parte, las presiones sobre la inflación general se agudizaron, la trayectoria de esta superó las previsiones del Banco de México, las expectativas de los analistas del sector privado para la inflación general para 2024 aumentaron, la inflación de servicios se mantuvo elevada e inclusive registró cierto incremento, y el peso mostró una depreciación importante.

De manera simultánea y con implicaciones opuestas para la inflación, la actividad económica se desaceleró más de lo previsto, la inflación subyacente se redujo de conformidad con lo anticipado por el Banco Central, las expectativas de inflación de mediano y largo plazo mostraron estabilidad, la tasa de interés se mantuvo elevada en términos reales y el riesgo de una recesión en Estados Unidos se acentuó.

Al final, la Junta de Gobierno decidió por mayoría de votos reducir el objetivo para su tasa de interés de referencia en 25 puntos base. En virtud del entorno en el que la decisión se tomó, no sorprende que las opiniones de los analistas han seguido divididas después de la decisión. Pero más allá de este debate, me parece importante destacar una serie de mensajes que de manera explícita o implícita se desprenden de la decisión de Banxico. Sobre todo porque podrían implicar un punto de quiebre en la implementación de la política monetaria.

La reducción de la tasa de interés de referencia tomó por sorpresa a la mayoría de analistas del sector privado. Según la encuesta entre estos publicada por Citibanamex el 6 de agosto, de los 33 participantes solamente 10 proyectaban un recorte. Esto obedeció o bien a que la disminución se consideraba inconveniente o a la percepción de que la prudencia que había venido mostrando Banxico llevaría a la Junta de Gobierno a mantener inalterada la tasa de interés. De aquí se desprende un primer mensaje de la decisión: la preocupación del Banco de México por la inflación es menor de lo que suponían la mayoría de analistas, o de la que estos evaluaban.

El Anuncio de Política Monetaria del 8 de agosto reconoce el sorpresivo aumento de la inflación general y la consecuente necesidad de ajustar nuevamente al alza los pronósticos de corto plazo. Aunque las proyecciones para la inflación general de Banxico han debido revisarse hacia arriba en 75% de las decisiones de política monetaria llevadas a cabo desde principios de 2022, en el Anuncio se da por sentado que el reciente incremento es temporal y se le da mayor importancia a los 18 meses consecutivos de reducciones del componente subyacente, “…que refleja de mejor manera la tendencia de la inflación”. Mensaje 2: no obstante una meta de inflación establecida para la inflación general y errores de pronóstico previos, la inflación subyacente puede tener mayor peso en las decisiones de política monetaria.

El Anuncio señala el incremento de las expectativas para la inflación general para 2024, la disminución de las correspondientes al componente subyacente y la estabilidad de las de mayor plazo, aunque en niveles por encima de la meta. También advierte que los riesgos para la inflación en los próximos dos años están sesgados al alza. Haciendo un balance, esto revela una situación desfavorable de las expectativas de inflación.

Sin embargo, la decisión parece haber dado más peso a las expectativas para la inflación subyacente. Lo anterior es riesgoso, sobre todo tomando en cuenta que, según los estudios del propio Banco Central, el canal de expectativas es el principal mecanismo de transmisión de la política monetaria. Mensaje 3: la política monetaria puede relajarse aun con un aumento de las expectativas de inflación general de corto plazo, la validación de estas expectativas con los pronósticos del Banco Central, un balance de riesgos para la inflación al alza durante el periodo de influencia de la política monetaria, y expectativas de mediano y largo plazo por encima de la meta.

El Anuncio incluye una guía prospectiva para la política monetaria, que es idéntica a la del comunicado anterior: “Hacia delante, (la Junta de Gobierno) prevé que el entorno inflacionario permita discutir ajustes a la tasa de referencia”. Durante el Anuncio de junio, esta oración se interpretó como la intención de la mayoría de integrantes de la Junta de disminuir dicha tasa en su reunión de agosto, lo que efectivamente ocurrió. Mensaje 4: la mayoría de integrantes de la Junta de Gobierno tienen la intención de disminuir la tasa de política monetaria durante la reunión de septiembre si la inflación subyacente se comporta conforme a las proyecciones de Banxico.

En suma, la más reciente decisión de la Junta de Gobierno del Banco de México parece incluir ajustes de fondo en la política monetaria, entre ellos una orientación menos cautelosa de esta y un mayor énfasis en la inflación subyacente, cuyos desafíos tanto en materia de credibilidad como de comunicación habrá que tener presentes. En particular, habría que entender por qué una trayectoria de tasas de interés más bajas y una meta de inflación más difusa, lograrían lo que no se ha conseguido hasta ahora con tasas mayores y un objetivo inflacionario bien identificado y más fácil de entender: la convergencia de la inflación general y sus expectativas a la meta de 3% establecida por el Banco.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS