En mi artículo anterior me referí al enorme poder de la comunicación para la implementación de la política monetaria y, por tanto, a la necesidad de manejarla con extremo cuidado. Pues bien, la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) nos acaba de mostrar, en la práctica, el alcance de esos comentarios.
El pasado 2 de noviembre la FED incrementó en 75 puntos base, por cuarta vez consecutiva, el rango objetivo para su tasa de referencia, la tasa de fondos federales. A pesar de que la decisión había sido ampliamente anticipada, a lo largo del día vimos fluctuaciones alarmantes de las bolsas de valores, los precios de los bonos gubernamentales y los tipos de cambio, incluyendo el del peso frente al dólar. ¿La razón? Ante una decisión bien telegrafiada, la atención de los mercados había cambiado de objetivo, y en ese momento la principal preocupación era lo que haría la FED después de esta decisión.
Al respecto, el comunicado de política monetaria de la FED incluyó una nueva oración: “Al determinar el ritmo de futuros incrementos del rango objetivo, el Comité tomará en cuenta el apretamiento acumulado de la política monetaria, los rezagos con los que esta afecta la actividad económica y la inflación, y la situación económica y financiera”. En otras palabras, para definir el tratamiento que se le debe dar al paciente en el futuro, es necesario ponderar en qué medida está teniendo efecto la fuerte dosis de medicamento que se le ha suministrado, a sabiendas de que tardará en reflejarse totalmente en su estado de salud.
Esto propició euforia en los mercados, ya que se leyó como una indicación de que la FED desaceleraría el ritmo de apretamiento de la política monetaria e, incluso, de que el final del ciclo restrictivo estaba cerca. Así, se ignoraron mensajes previos de la FED de que tanto el ritmo como la magnitud de futuros incrementos de la tasa de referencia, dependerían de la información disponible en el momento de cada decisión. ¿Debió la FED reiterar este punto con mayor precisión en el comunicado?
La aclaración vino en la conferencia de prensa que siguió a la publicación del citado texto. Aunque Jerome Powell, presidente de la Junta de Gobernadores de la FED, no descartó la posibilidad de menores incrementos de la tasa de fondos federales, aclaró, entre otras cosas, que es prematuro hablar de una pausa de estas acciones y que es probable que el nivel terminal de la tasa de referencia sea más alto de lo que preveían hasta hace poco. ¿El resultado? Los mercados pasaron de la euforia a la depresión. Aquí surge otra interrogante. Diversos analistas habían venido contemplando la vía señalada por Powell en los días previos a la decisión. ¿Obedeció esto a un intento de la FED de preparar a los mercados? De no ser el caso, ¿no debió haberlo hecho?
La FED está operando en un entorno de elevada incertidumbre. Como el propio Powell reconoció, no saben hasta qué nivel deberá llegar la tasa de interés ni por cuanto tiempo deberá mantenerse ahí, para lograr la convergencia de la inflación a la meta. Tampoco tienen certeza sobre los rezagos con los que está operando la política monetaria. Para empeorar las cosas, el comportamiento de la inflación los ha sorprendido.
Obviamente, este conjunto de factores acota de manera importante la utilidad de las proyecciones de las tasas de interés y otras variables económicas que la FED publica trimestralmente y subraya la magnitud del reto de comunicación. Además, deja ver con claridad que la única opción para la institución es, como lo ha venido haciendo, tomar sus decisiones de política monetaria reunión por reunión con base en la información disponible. Una de las lecciones de la última decisión es que es indispensable asegurar que este mensaje se transmita sin ambigüedades a los mercados.
¿Las implicaciones para la economía mexicana? La Reserva Federal está considerando, sin comprometerse, un menor incremento de la tasa de fondos federales a partir de su reunión de diciembre. Sin embargo, en un entorno en el que la FED está enfocada en implementar las acciones necesarias para lograr la meta de inflación, independientemente de su impacto interno y externo, el escenario base es de un proceso todavía prolongado de apretamiento de la política monetaria y altas tasas de interés en Estados Unidos. Como vimos en la más reciente decisión, los retos de comunicación, con sus potenciales repercusiones, son cada vez mayores. Y, según Powell, la posibilidad de recesión en ese país se ha acentuado. Ante este panorama tan complejo, y con una economía muy abierta a los flujos de capital y con vínculos estrechos con Estados Unidos, lo mejor que puede hacer nuestro banco central es extremar precauciones y dejar todas sus opciones abiertas.
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