El Banco de México cumplió a principios de este mes 30 años de autonomía. No tengan duda de que la decisión de dar independencia a nuestro Banco Central representó un parteaguas en la vida económica de México. En particular, la conducción del Banco Central con un mandato claro, una visión de largo plazo, ajena a objetivos de tipo político y apoyada por un personal técnico altamente calificado, ha fortalecido considerablemente la estabilidad macroeconómica y financiera del país.

La importancia de la autonomía de nuestro Instituto Central no está sujeta a mucha discusión hoy en día. Esto se refleja por ejemplo en la actual contienda presidencial. Al referirse a los temas económicos, generalmente uno de los primeros señalamientos de las personas que aspiran a la presidencia de la república es que resguardarán la autonomía del Banco de México.

Aunque a lo largo de los años la autonomía de Banxico se ha respetado, no existe ninguna garantía de que este será siempre el caso. En diferentes etapas hemos visto surgir cuestionamientos en varios países a la autonomía de sus bancos centrales, y no podemos excluir la posibilidad de que esto se presente en algún punto del futuro en México.

Es por ello importante proteger la autonomía de nuestro Banco Central y fortalecerla tanto como sea posible. No estoy hablando del marco legal, que me parece que es el apropiado. Me refiero más bien al apoyo que la autonomía recibe de la sociedad. Así como la sociedad se beneficia de la autonomía de su banco central, esta última no puede subsistir sin el respaldo de aquella.

Naturalmente, para apoyar la autonomía la sociedad debe contar con los medios para entender el papel del banco central y la importancia de la autonomía en el cumplimiento de sus funciones, así como disponer de mecanismos para evaluar sus resultados. En otras palabras, se necesita que el banco central tenga esquemas adecuados de comunicación, transparencia y rendición de cuentas.

El Banco de México cuenta con diversas vías para cumplir con estas responsabilidades. Sin embargo, esto es un proceso dinámico. La Institución debe evaluar de manera permanente las medidas que pueden contribuir a mejorarlas. Pues bien, el Banco de Inglaterra (BI) acaba de dar a conocer un paso en esta dirección, que creo que debería considerarse como una opción para nuestro Banco Central.

Hace poco más de una semana se publicó el informe que Ben Bernanke, ex presidente de la Junta de Gobernadores del Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos y ganador del Premio Nobel de Economía, preparó a solicitud del BI, sobre diversas responsabilidades de esta Institución. En específico, el BI pidió a Bernanke llevar a cabo una evaluación de los pronósticos macroeconómicos que respaldan sus decisiones de política monetaria, así como de la subsecuente estrategia de comunicación.

En resumen, el informe de Bernanke hace notar severas deficiencias en el cumplimiento de estas tareas, que han limitado la capacidad de toma de decisiones del BI. Adicionalmente, el documento incluye una lista de recomendaciones concretas para atender las deficiencias encontradas.

Más que las sugerencias específicas de Bernanke, que seguramente están siendo revisadas con cuidado en el Banco de México y en otros bancos centrales, lo que deseo es subrayar las motivaciones que llevaron al BI a llevar a cabo este ejercicio y, por supuesto, las lecciones que se pueden extraer para el Banco de México.

De manera oficial, el BI justificó la solicitud a Bernanke en aras de “…dar un paso atrás y reflexionar sobre las áreas en las que se requiere adaptar los procesos en un mundo en el que se enfrenta cada vez con mayor frecuencia una elevada incertidumbre”. Tomando en cuenta el estricto escrutinio público al que es sometido el BI, creo que el ejercicio también puede ser interpretado como un esfuerzo de comunicación, transparencia y rendición de cuentas ante las fuertes críticas recibidas por su respuesta a las presiones inflacionarias propiciadas por la pandemia y la guerra en Ucrania. Naturalmente, la apertura a la crítica y a beneficiarse de ella, fortalecen la credibilidad del BI.

La práctica de someter las políticas de una institución a evaluaciones externas no es exclusiva del BI. Desde hace muchos años, diversos organismos internacionales, entre ellos el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, cuentan con oficinas de evaluación independientes que de manera permanente se dedican a esta tarea. De hecho, el BI creó una oficina similar en 2014; hasta donde yo sé, la única en un banco central hasta la fecha. Aunque las oficinas han jugado un papel de suma importancia en el caso de los organismos internacionales, la solicitud a Bernanke hace dudar si este ha sido el caso para el BI.

¿Qué lecciones nos deja todo esto para el Banco de México? Considero que la creación de una oficina como las existentes en los organismos internacionales y en el BI no se justifica. Pero, ¿por qué no llevar a cabo evaluaciones con una periodicidad definida con personajes de renombre internacional, como la que se acaba de llevar a cabo en el BI? Además de hacer más eficientes las tareas de Banxico, por los motivos explicados la revisión contribuiría a fortalecer la confianza en la Institución y, consecuentemente, su autonomía. Andrew Bailey, gobernador del BI, calificó el informe de Bernanke como “una oportunidad extraordinaria” para mejorar el rendimiento del Banco. ¿No valdría la pena considerarlo?

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