La decisión de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) del pasado 21 de septiembre de incrementar el rango objetivo para la tasa de fondos federales en 75 puntos base, seguida por medidas similares en diversos bancos centrales, ha tenido un fuerte impacto en los mercados financieros internacionales. Las bolsas de valores han caído, los rendimientos de los bonos gubernamentales se han disparado y se han observado fuertes presiones sobre los tipos de cambio de distintas monedas, inclusive dando lugar a una fuerte intervención de las autoridades japonesas en el mercado cambiario para apuntalar al yen.
El ajuste de la tasa de política monetaria estadounidense había sido anticipada por los mercados. Así, la sorpresa provino en realidad de las proyecciones para su trayectoria en los próximos años dadas a conocer al publicarse la decisión, ya que implican la posibilidad de un apretamiento monetario en los Estados Unidos más acentuado de lo previsto hasta ese momento. Lo anterior, combinado con el incremento de las tasas de referencia en muchos otros países, acentuó los temores de una recesión global, incrementando de manera considerable la percepción de riesgo en los mercados. De hecho, la preocupación al respecto, latente desde hace varios meses, se habían venido acrecentando incluso antes de la decisión de la FED, especialmente en virtud de la evolución reciente de algunas economías europeas y la china.
Este entorno de fragilidad ha generado dudas sobre la posibilidad de que la política monetaria estadounidense, en su compromiso incondicional con el abatimiento de las presiones inflacionarias, pueda ir demasiado lejos y afectar en exceso la actividad económica. La verdad es que estas preocupaciones son comprensibles.
Las proyecciones de la FED anticipan que el incremento de las tasas de interés requerido para lograr su meta de inflación, dará lugar a un debilitamiento de la demanda y a un incremento del desempleo, pero sin propiciar una recesión. Sin embargo, lo cierto es que ningún banco central cuenta con las herramientas para estimar con certeza el impacto de las tasas de interés en la actividad económica. Además, muchos analistas han destacado que nunca se ha observado en la economía estadounidense un incremento de la tasa de desempleo de 0.5 puntos porcentuales o más, sin que se genere una recesión (el incremento de la tasa de fondos federales derivado de la mediana de las más recientes proyecciones de la FED, es de 0.6 puntos porcentuales de 2022 a 2023).
A lo anterior, cabe agregar las dudas sobre la magnitud del apretamiento monetario requerido, en un entorno en el que el impacto de algunos de los factores que han originado las presiones inflacionarias tanto en los Estados Unidos como en otros países parece estarse aminorando, ya que los precios de los energéticos y otras materias primas han descendido, la pandemia podría estar llegando a su fin y el funcionamiento de las cadenas de suministro ha mejorado. Adicionalmente, las expectativas de inflación de largo plazo en los Estados Unidos se mantienen ancladas, y tanto la apreciación del dólar como el debilitamiento de la actividad económica deberían ejercer presiones a la baja sobre la inflación.
Aunque coincido en que la posibilidad de un descenso de la inflación más rápido de lo proyectado por la FED no puede descartarse, es preciso hacer dos aclaraciones.
En primer lugar, mientras no existan indicios claros de que la inflación está encaminada a converger a la meta de 2%, la Reserva Federal no tiene otra opción más que persistir en un manejo cauteloso de la política monetaria. Sería un grave error relajar esta de manera prematura. Como lo muestra la experiencia de años previos, el resultado sería un alza aun más pronunciada de las tasas de interés y mayores costos para la actividad económica.
En segundo lugar, las proyecciones para la trayectoria de la tasa de fondos federales publicadas por la FED, representan la expectativa de cada uno de los participantes del comportamiento requerido de dicha tasa para lograr la convergencia de la inflación a la meta. En otras palabras, no son un compromiso y, por tanto, pueden ser modificadas con base en la información que vaya surgiendo. El reto, nada fácil por cierto, es actuar con la suficiente oportunidad y tino para ajustar la evolución de la tasa de interés de tal manera que permita el control de la inflación al menor costo posible para la actividad económica.
En suma, la Reserva Federal va a seguir apretando la política monetaria en los próximos meses con base en su evaluación de las acciones requeridas para contener la inflación. Bajo condiciones de gran incertidumbre, puede haber nuevas sorpresas y/o errores de las autoridades monetarias de ese país, ya sea de juicio o de comunicación, que den lugar a turbulencia en los mercados financieros internacionales. Además, la posibilidad de una recesión en Estados Unidos en el futuro cercano claramente se ha incrementado. ¿La recomendación para las autoridades de países como México? Muy breve: cuando veas las barbas de tu vecino cortar…
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