Cervantes sabía que el personaje esencial de la literatura es el lector. La más conocida de sus creaciones, que ha transmigrado a otros libros, a la pintura, a la escultura, a la música, a la cultura popular, a un museo en Guanajuato, don Quijote, era un lector que, se sabe, pretendía emular las historias que leía, que se convirtió en personaje de un libro y en el lector de ese libro.

“La lectura —descubrí— precede a la escritura”, ha recordado Alberto Manguel al escribir acerca de sus inicios como lector. “Una sociedad puede existir —muchas existen de hecho— sin escribir, pero no sin leer”.

En el origen de Guillermo Santos puede sospecharse la lectura, que lo ha inducido, entre otras cosas, a ser bibliotecario y elector de libros en el IAGO (Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca), que concibió Francisco Toledo, quien al advertir que pocos frecuentaban los libros de literatura de la biblioteca incitó a la impresión de una publicación elemental en fotocopias: El Comején, que realizaron, entre otros, Karina Sosa, Frida Castañeda, Alejandro Beteta y Guillermo Santos, que luego idearon, con Leonardo da Jandra, la revista Avispero. Hacia 2018, Karina Sosa, Frida Castañeda y Guillermo Santos crearon Zopilote Rey, que ha publicado una forma de revista sobre “Arte y jardinería” y otra sobre “Tecnología y arte” y reeditó La inteligencia de las plantas, uno de los libros bellamente reveladores de Maurice Maeterlinck.

Guillermo Santos cultiva una curiosidad natural que lo mantiene sosegado, atento y en alerta. Quizá, como muchos lectores, la lectura lo indujo a emprender anotaciones no siempre en los ejemplares que leía, pues muchos de ellos pertenecen a la biblioteca del IAGO, y de sus observaciones acerca de lo que ignoro si todavía puede llamarse “artes plásticas”. Quizá esas anotaciones se han convertido en escritos que no prescinden de la emoción íntima para ensayar el descubrimiento del origen y las encrucijadas de esa emoción. Su curiosidad, su atención alerta, sus observaciones han devenido un bello libro obviamente editado por Zopilote Rey con ilustraciones de Jesús Martínez: El siglo solitario.

Sin pretender un examen erudito, ostentoso y categórico, como una prolongación del placer que le ha producido la lectura, pero sin prescindir del rigor, Guillermo Santos se detiene en cinco escritores peculiares marcados inexorablemente por acontecimientos del siglo XX, que parecen inasibles e inagotables, que sabían que la escritura, como la lectura, como lo decisivo de eso a lo que se alude como “la vida” transcurre solitariamente: Thomas Bernhard, Imre Kertesz, W. G. Sebald, Simone Weil y Ernst Jünger.

Las recreaciones de sus lecturas no dejan de deparar fascinaciones sutiles. No se propone entrecruzar la escritura de esos cinco escritores, sino que traza indicios sugestivos. Sin embargo, al conjuntarse en un libro, parece ineludible conjeturar referencias entre los cinco “vagabundos en un universo extraño”.

Como libro de un buen lector, El siglo solitario de Guillermo Santos incita a la lectura y relectura de ese volumen y a la de los libros de los que procede.

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