En 1920, Franz Blei, traductor de Marcel Schwob, creador, entre otras, de la revista Hyperion, en la que se imprimió por primera vez un texto de Franz Kafka, según han propagado diversos manuales de literatura y formas varias de la confusión electrónicamente engañosa de eso que llaman significativamente “La Red”, publicó en Munich Das Grosse Bestiarium der modernen Literatur (El gran bestiario de la literatura moderna). Se trata de la descripción zoológica de escritores ordenada alfabéticamente, de “animaliteratos” como el Rilke, el Hermann Hesse, el Kafka: “un ratón azul lunar llamativo, que puede verse en muy raras ocasiones, que no traga carne, sino que se alimenta de hierbas amargasº.

El volumen, que en sucesivas ediciones se acrecentaba de “animaliteratos” hasta que Blei murió en Nueva York, también advierte que el Blei es “un pez de agua dulce que se desliza y se echa de clavados una y otra vez en todas las aguas que lo refrescan. Tiene una piel tan fina que permite ver lo que ha ingerido hasta que se desvanece”.

Hace un par de semanas, al mediodía del segundo sábado de febrero, se presentó en el Museo de Arte Moderno de Chapultepec, Arnaldo Coen. Reflejos de lo invisible, un bello libro críticamente memorioso editado por Turner con profusión de imágenes y textos de Andreas Ziegler, Sergio Raúl Arroyo, Pilar García, Francisco Reyes Palma, Julio García Murillo, Marco Antonio Morales, Ana Rosa Alonso Minutti, Santiago Espinosa de los Monteros, Lourdes Sosa.

Entre las muchas formas que ha adoptado Arnaldo Coen para seguir siendo Arnaldo Coen, también es posible una represantión como animal de un bestiario como el que le fue dado concebir a Franz Blei.

El Coen

Es un animal mutante que no debe confundirse con los animales que se refugian en el mimetismo para defenderse o adaptarse a las circunstancias para no ser excluidos de cierta sociedad zoológica. En sus sucesivas mutaciones, sin embargo, se le puede reconocer inexorablemente no sólo por el rastro que depara.

Un lector de Marcel Schwob, Sergio Raúl Arroyo, ha advertido que una de las formas que pueden identificar al Coen es la de Ucello, la del pájaro. Ése pájaro puede ser uno de los centros que puede conducir a otro de los centros que parecen indicios de la existencia del Coen.

Como los hormigueros que han abandonado las hormigas, las invenciones que no deja de deparar el Coen incitan al asombro perdurable. Se trata de concepciones de una geometría obsesiva que deriva en perspectivas que inducen al descubrimiento diverso del espacio dominado peculiarmente por la luz que el Coen domina por medio del color que lo delata.

Su rastro también parece sonoro y conduce al de otros animales como el Mario Lavista, el Gurrola, el Nicolás Echeverría y, entre otras travesías, la del Acali.

Lo último que se sabe del Coen es que adopta formas japonesas.


para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión y muchas opciones más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS