México sólo ha vencido en una ocasión al Equipo de la Liga Mayor de Futbol Femenil de Estados Unidos (US Women’s National Soccer Team) –en la semifinal de 2010 de la Copa de Oro Femenil de la CONCACAF. Sin embargo, hay señales de que las mujeres de Estados Unidos no llegarán a tener por mucho tiempo el predominio continental. La derrota de la selección femenil de futbol sub-20 de Estados Unidos ocurrida durante el campeonato de enero de 2018 de la CONCACAF puede ser un simple presagio de la gloria futbolística que espera a las mujeres mexicanas.
La estrategia para el éxito no tan secreta del equipo femenil de México consiste en unir los equipos de la Liga Femenil MX con miembros de la liga masculina. Este modelo de operaciones conjuntas –mediante el cual todos los equipos de la Liga MX mantienen una contraparte femenina, con la meta explícita de potenciar el desarrollo la selección femenil– comenzó en México en 2016.
El modelo de colaboración practicado en México ofrece una lección para el mundo, particularmente para Estados Unidos, al promover la inclusión deportiva. La inclusión en el futbol no sólo hace avanzar a la sociedad global hacia la igualdad de género, sino que también incrementa el acceso y la posibilidad de que las atletas de élite puedan sacar provecho a su talento.
El futuro del futbol en México y en todo el mundo es incierto, dado el momento por el que pasamos y destacado por la prematura finalización del Torneo de Clausura. Los efectos más devastadores del COVID-19 están fuera del campo, y las amenazas que la pandemia representa para el balompié son triviales comparadas con la vida humana y su forma de subsistencia. Sin embargo, la pausa que la pandemia ha impuesto sirve para recordar el valioso papel que el deporte tiene para establecer vínculos entre nosotros.
Este es un momento crucial para el futbol femenil. Una vez que el juego se reanude, los equipos y ligas que priorizan la participación de las mujeres serán los primeros en surgir. Otras ligas deberían observar a México –con su creciente infraestructura, talento y entusiasta base de seguidores– que es todo un ejemplo del retorno de inversión generado al comprometerse con el desarrollo del futbol femenil.
Puede resultar difícil ver la ventaja competitiva de la selección femenil de futbol de México sobre su similar de Estados Unidos. Las mujeres estadounidenses tuvieron un 2019 histórico, ya que la selección femenil ganó la Copa Mundial, y la Liga Nacional de Futbol Femenil (NWSL, National Women’s Soccer League) ganó adeptos, además de mejorar su participación y sus finanzas. Pese a estar en plena pandemia, la NWSL ha diseñado un plan para una nueva e innovadora competencia para finales de este mes –la Copa NWSL Challenge (Desafío NWSL). Aun así, los clubes femeninos estadounidenses enfrentan dos obstáculos principales: la falta de inversionistas y la fragmentación de su estructura organizacional.
Aunque la popularidad de la selección femenil de futbol de Estados Unidos se ha incrementado en el ámbito nacional, la asistencia a los partidos de los clubes femeniles no ha aumentado de manera tan radical. Esto no quiere decir que no haya aumentado la asistencia a los partidos de la NWSL, pero el éxito de la Liga Mexicana de Futbol (LMF) en un plazo comparativamente menor resulta sorprendente. La LMF hasta llegó a mantener por un breve tiempo el récord por el partido de futbol femenil entre clubes con mayor número de aficionados en el mundo, al haber alcanzado los 51,211 espectadores
durante la Liguilla Final de Clausura entre los equipos Tigres de la UANL y Rayadas. ¿Cuál es el récord de la NWSL? Un partido en temporada regular de Thorns de Portland contra Courage de Carolina del Norte, que tuvo una participación de 25,218 aficionados.
La marca de Thorns constituye una prueba más de lo acertado que resulta el modelo de operaciones en colaboración. Thorns FC son socias igualitarias con su contraparte Timbers de Portland en la Liga Mayor de Futbol (MLS, Major League Soccer) –comparten la misma oficina administrativa, instalaciones de entrenamiento y acceso a la marca de futbol de Portland. Siendo el único miembro de la MLS que ha implementado el modelo, Portland destaca en las estadísticas de asistencia de la NWSL, con un promedio de 20,098 aficionados al mes en 2019.
El modelo de alianza resultante al unificar equipos de hombres y mujeres bajo una sola identidad de club también ha demostrado su éxito al incrementar los triunfos en el futbol femenil fuera de Estados Unidos. En la Súper Liga Femenil de la Asociación de Futbol (Football Association Women’s Super League) del Reino Unido, la mayoría de las campeonas provienen de los eternos contendientes de la liga masculina que han invertido fuertemente en el juego de mujeres. Allí está el ejemplo del Arsenal, campeón 2018-2019 y ganador de la mayoría de títulos femeniles en general, cuyas escuadras masculina y femenina ocupan instalaciones compartidas y cuentan con los mismos patrocinadores. En Australia, todos, excepto un equipo de la liga femenil, colaboran con un afiliado masculino. De igual modo, el equipo femenil Nippon TV Tokyo Verdy Beleza –ganador de 17 de los 31 juegos de la Liga Japonesa Nadeshiko– es propiedad de un equipo varonil de segunda división y tiene una alianza con NPT, una importante corporación de medios japonesa.
De muchas maneras el modelo de alianza resulta conveniente. En todo el mundo, las ligas femeniles han luchado por obtener patrocinios e ingresos en los medios. Cuando operan bajo una marca popular y cuentan con una comunidad sólida de aficionados, los equipos femeniles tienen acceso a mejores recursos e infraestructura de capacitación. Pero las ventajas también son para sus contrapartes: al integrar la parte femenil, los clubes varoniles establecidos expanden su base de seguidores.
Ya hemos visto cómo el COVID-19 amenaza el progreso de muchas ligas de clubes femeniles de América Latina y el resto del mundo. En Perú, el inquebrantable y campeón defensor de la liga, club Universitario, el 25 de abril anunció la disolución del equipo femenil debido a restricciones financieras. En Paraguay, la Asociación Paraguaya de Futbol anunció el 15 de abril la suspensión de las actividades de futbol y futbol de sala femenil, mientras que los equipos varoniles continuarían reuniéndose mediante videoconferencias para su entrenamiento. La mayoría de los clubes femeniles colombianos de alto vuelo se han negado a pagar los sueldos de las jugadoras durante la pandemia. Las ligas mayores de Europa también han dejado en claro cuáles son sus prioridades: La Premier League inglesa ya se está preparando para volver a ponerse en acción, pero a los cuadros femeniles se les avisó que se cancela lo que queda de la temporada.
A pesar de las dificultades, ahora es tiempo de garantizar que todo el avance logrado en la Liga MX Femenil para construir la infraestructura necesaria para el desarrollo del futbol femenil no sea un esfuerzo vano. La LMF demuestra la diferencia de lo que puede lograrse con una inversión de capital y energía concertada en el futbol femenil. Todos estamos hablando de una nueva normalidad: asegurémonos que la nueva normalidad incluya un interés e inversión renovados en la participación de las mujeres.
Jake W. Dean es estudiante de antropología, historia del deporte y sostenibilidad en la Arizona State University, cuya investigación se ha centrado en la economía política. La investigación actual de Jake, “Women’s Soccer Supporters –Global Ethnography Project” (“Aficionados del Futbol Femenil –Proyecto Global de Etnografía”), tiene el propósito de desarrollar una perspectiva global de la cultura y crecimiento del futbol femenil.