Con la jornada donde se llevó a cabo la primera consulta popular regida por la Carta Magna, podemos plantear una pregunta: y usted, ¿a dónde preferiría viajar: al futuro o al pasado?
Primera vista
Al revisar los encabezados e intentos de editorial corta que expusieron distintos medios de comunicación podemos leer: “La consulta fue un fracaso”, “Casi 7 millones participaron en la consulta”, “Morena culpa al INE por baja participación”, “Votaron más personas que en el Porfiriato”. Titulares todos de un mismo evento. Argumentos del pasado.
Primera intuición
Las posturas políticas en los extremos son asideros para la subsistencia: los oficialistas y los opositores. No nada más se dan al momento de analizar o intentar establecer una narrativa para un hecho político en concreto, como la consulta. También llegan ante coyunturas que construye el gobierno, como el precio límite para el gas LP o para determinar si los atletas mexicanos que participaron en Tokio 2020 tuvieron un buen desempeño. Revisión del pasado.
Segunda intuición
Líneas paralelas que en el zoom no se tocan, pero en perspectiva marchan juntas. Ambas partes diseñan intuitivamente el escenario electoral de 2024. Quienes depositan en el actual presidente una condición de transformador, buscan llegar a dos referéndum: 2022 y 2024. Los opositores se organizan y discuten de cara al plebiscito de marzo de 2022 como primera estación de abastecimiento rumbo a la presidencial del verano de 2024.
Unos y otros asumieron el respectivo papel asignado por el presidente. En un dispendio de presidencialismo, Andrés Manuel continúa estableciendo el tono y manera del debate político en el país. Actúan bajo la premisa: pasado conocido, futuro predecible, acuñada por Antonio Damasio.
Tercera intuición
A mayor estridencia, mayor subsistencia, todo depende del lugar que se ocupe. Por ejemplo, para quienes respaldan al oficialismo, la consulta popular constituyó “el renacimiento de la democracia”. Para quienes se colocan desde el perenne contraste, la consulta “Fue un fracaso”, “El dinero con el que la organizaron pudo ser para comprar vacunas”, “93% de los electores le dio la espalda a AMLO”. Grillete del pasado.
Cuarta intuición
Como fenómeno social, la consulta marca una nueva práctica. Se trata de un aprendizaje tácito y es el desarrollo de la herramienta lo que permitirá apropiarla, modificarla, desecharla, e incluso construir otra. Para fines prácticos, representa un movimiento (en la dirección que sea, pero movimiento al fin) en el desenvolvimiento de un constructo social. Posibilidad de viajar al futuro.
Única certeza
Los medios de comunicación que subsisten desde el ala opuesta al oficialismo decidieron aprovechar la coyuntura construida por una expresión del crimen organizado amenazando
en un video a una periodista, para firmar (en la práctica política que podríamos denominar abajofirmantismo) un desplegado donde exigen al gobierno condiciones para ejercer la libertad de expresión y el periodismo.
La conformación de un bloque compuesto por medios de comunicación es la primera manifestación de unidad política por fuera de los partidos pero en la misma órbita político-electoral. En el otro polo, en el oficialista, priva la inmovilidad consecuencia de la figura presidencial quien dirime conflictos, elige sucesores y tiene facultades supraconstitucionales.
Vuelvo a la pregunta inicial: ¿A dónde preferiría viajar? Lorenzo Córdova parece no decidirse.
Al futuro: “Sin objetivos claros y diagnósticos fundamentados, podría abrir (la reforma electoral del presidente) la puerta a la primera contrarreforma electoral en la historia de nuestra democracia".
Al pasado: “La Constitución establece una fórmula precisa, los factores que se deben utilizar en ella y el INE únicamente puede y debe aplicar dicha fórmula, una fórmula que no está sometida a interpretación ni a posibles variaciones por parte de esta autoridad electoral. No es un monto que el INE arbitrariamente define (el dinero a los partidos)”.
Profuso en imaginar el futuro, Córdova establece la contrarreforma de una reforma que únicamente existe en la mente del presidente. Atado al pasado, zamarrea la Carta Magna para recordar que si la economía determina a la política, qué no hará con los consejeros de una institución como el INE.
Finalmente. Si la democracia ocasionó la polarización, perfila el bipartidismo, hace de la violencia un discurso válido, inmoviliza y diluye ciudadanía, ¿a dónde deberíamos viajar para modificarla? ¿Desde qué extremo la hacemos subsistir: el del pasado o el del futuro?