En el punto más encontrado de la disputa por hacer valer las modificaciones a la Constitución en materia judicial, ¿la presidenta más votada de la historia se animó a confiar en el pueblo para llamarlo a movilizarse y desde la plaza pública exigir que los ministros respetaran los cambios realizados por los representantes populares?
No. Decidió reunirse, en días diferentes, con Carlos Slim y con Larry Fink, CEO de BlackRock. Algo contradictorio para quien el 22 de septiembre afirmó que el suyo, al que pertenece, era “el movimiento social más fuerte de todo el planeta”.
Con un mensaje político claro, dos de los principales grandes electores del país lo volvieron a hacer: tranquilos todos, hay rumbo.
Cuestión de enfoques. Claudia Sheinbaum transita una condición de bonanza, de bono electoral, donde la aprobación entre la población es alta. En poco más de un mes fluctúa entre los 70 y 80 puntos. En múltiples conferencias matutinas ha hecho historia colocando a las mujeres como las protagonistas de las nuevas medidas del gobierno. Lo nunca visto.
Cuestión de enfoques. La reforma judicial avanza y no existe una condición legal que la pueda frenar. ¿Era necesaria una reforma? Sí. Lo que el gobierno aún no se anima a responder es cómo piensa solucionar la descoyuntada procuración de justicia. Y es que los fiscales, los policías y los ministerios públicos dependen de los respectivos ejecutivos. Es decir, no forman parte de las enmiendas causantes de la discusión política.
En esa arena, el partido morena es mayoría a nivel nacional y el cambio es urgente y está listo para ser encabezado por la presidenta. Continuar entonces con lo nunca visto.
Cuestión de enfoques. Se advierte una tendencia, un lugar común al cual apela la opinocracia por afirmar que la mandataria mexicana gobierna condicionada por López Obrador. Un nebuloso pero perceptible ejercicio de misoginia. Y es ahí donde quizá la palabra “radical” toma dimensión y relevancia.
¿Por qué cuesta reconocer que Claudia Sheinbaum no tiene sombra que la opaque y en el camino construye un estilo propio? Resta constatar el valor de uso que tendrá. Si lo emplea únicamente para habitar un centro donde conviven BlackRock y América Móvil, o decide emprender la marcha por conquistar terrenos inexplorados para el obradorismo y con la radicalidad como bandera.
Igualdad radical y libertad radical que pongan fin al centro anodino que disfrazó de moral todo tipo de avasallamiento contra del pueblo raso. Del campo a la fábrica y sin distingo.
Igualdad y libertad radical que extirpen viejos vicios del priismo donde la mayoría parlamentaria se ejerce como pandilla.
Cuestión de enfoques. Libertad radical para evitar que las listas de eventuales juzgadores sometidos al voto popular tengan como paso ineludible el escritorio de los coordinadores parlamentarios en el Congreso de la Unión.
Igualdad radical para que participantes de movimientos que se oponen a megaproyectos o pugnan por condiciones justas para las comunidades puedan tomar acción y calle sin ser agredidos o perder la vida. Como ya ocurrió en Xochimilco, donde integrantes de la Coordinación de Pueblos de Xochimilco fueron golpeados por instrucciones del exalcalde José Carlos Acosta y quien hoy funge como diputado federal.
Libertad radical para enunciar las circunstancias sin ambages, sin truco, sin importar qué color de camiseta tienen ni con el cálculo político como articulador del discurso. Terminar con las contradicciones entre verso y línea política efectiva. Fue Sheinbaum quien pidió desterrar el nepotismo al interior del partido mayoritario… con el hijo del expresidente en la víspera de ser designado secretario de organización.
Cuestión de enfoques. Cabe preguntar: ¿quién socializa a quién? ¿El partido a los militantes o los militantes al partido?
Hoy que los ejemplos son profusos en cómo la radicalidad paga, sería oportunidad histórica que una mujer la cual entiende la política como una acción colectiva pueda radicalizarse para mantener la indignación del pasado en los cambios del presente y erradicar, casi como mecanismo de sobrevivencia, el cultivo y florecimiento del fascismo.
Libertad radical para llamar a la movilización permanente. ¿Qué le impide a Claudia Sheinbaum apelar a la historia propia para que sea política de transformación el que las masas apropien las problemáticas, discutan los asuntos, desde la calle exijan respuesta y nutran una nueva dinámica de gobierno?
Consultor en El Instituto